El gobierno de Honduras designó a más de 12 expertos para investigar la muerte de Berta Cáceres, una de las principales líderes indígenas en Centroamérica y luchadora de sus derechos sociales y ambientales, asesinada a tiros el jueves. El crimen ha causado indignación en distintas partes del hemisferio y organismos internacionales afirmaron la muerte de Cáceres tendrá un efecto devastador entre activistas y defensores de derechos humanos.
El portavoz del Ministerio Público, Yuri Mora, dijo a The Associated Press que el grupo designado por el gobierno «tiene la misión de identificar las causas de este vil crimen».
El presidente Juan Orlando Hernández aseguró en un mensaje a la nación que «todos los cuerpos de seguridad del Estado tienen la orden de dar con los autores del crimen y capturarlos».
Informó que «Estados Unidos ayuda en el caso» e invitó a otros países «a sumarse a esta noble causa».
Cáceres, indígena lenca de 40 años y galardonada en 2015 con el reconocido premio Goldman por su defensa del medio ambiente, fue asesinada en su casa en la zona oeste de Tegucigalpa.
El ministro de Seguridad, Julián Pacheco, indicó que más de dos asesinos entraron en la madrugada a la casa de Cáceres y la mataron. Refirió que los individuos rompieron la puerta de la vivienda, ingresaron y le dispararon, en un hecho en el que resultó herido de bala el mexicano Gustavo Castro, quien está fuera de peligro. Castro es fundador y director de las organizaciones civiles Otros Mundos de Chiapas y Amigos de la Tierra México.
Amnistía Internacional señaló que el asesinato muestra «una aterradora imagen de los peligros» que enfrentan los defensores de derechos humanos y exigió a las autoridades dar con los responsables.
«La muerte de Berta tendrá un impacto devastador en multitud de activistas y organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional, que han trabajado con ella para garantizar la protección de los derechos de algunos de los pueblos más vulnerables de América», señaló.
Cáceres, madre de cuatro hijos, había denunciado varias veces que era objeto de amenazas de muerte por parte de la policía, el ejército y grupos de terratenientes.
La Fiscalía reportó que el cuerpo de la líder indígena lenca presentaba cuatro impactos de bala.
Según Pacheco, «inicialmente le asignamos policías para protegerla, pero ella nos pidió que fuese retirado ese servicio porque le molestaba». Dijo que un sospechoso vinculado al crimen permanece en poder de la policía.
La relatora especial de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, Victoria Taulli-Corpuz, dijo que su muerte posiblemente está vinculada a su trabajo para defender los derechos de los indígenas lenca.
Afuera de la morgue decenas de indígenas dibujaron un paisaje con flores y aserrín en la mitad de la calle para representar el río que Cáceres defendió en vida. El cuerpo será sepultado el domingo en La Esperanza, dijeron familiares.
La ministra de Derechos Humanos Karla Cueva dijo a periodistas que «el Estado ha puesto en marcha una intensa investigación para identificar, enjuiciar y castigar a los asesinos de Cáceres» y aseveró que «este crimen no puede quedar sin castigo».
La embajada estadounidense en Tegucigalpa pidió al gobierno en un comunicado «una pronta y exhaustiva investigación de este crimen y que se aplique todo el peso de la ley a los que resulten responsables».
Por su campaña contra un polémico proyecto hidroeléctrico, financiado por el Banco Mundial, obtuvo en 2015 el premio Goldman que se concede anualmente a defensores de la naturaleza y el medio ambiente . En esa oportunidad Cáceres organizó al pueblo lenca, la mayor etnia de Honduras, para protestar contra una represa.
La campaña logró que el constructor más grande de represas del mundo, la compañía estatal Sinohydro de China, retirara su participación en el proyecto hidroeléctrico. La Corporación Financiera Internacional, institución del Banco Mundial que invertiría en la obra, también abandonó la iniciativa.
La represa se construiría sobre el Río Gualcarque, sagrado para las comunidades indígenas y vital para la supervivencia de esos pueblos.
Los lencas, con más de 400.000 miembros diseminados en Honduras y El Salvador, se consideran custodios de la naturaleza, la tierra y sobre todo de los ríos. Según la tradición lenca en los ríos residen los espíritus de sus mujeres, que son sus principales guardianas.