Kinshasa, 21 sep (EFE).- La epidemia de ébola en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC), que se ha cobrado ya 97 muertes probables, ha dejado a 155 menores huérfanos o separados de sus padres, informó este viernes el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef).
"La cifra incluye a los niños que han perdido por el ébola a alguno de sus padres, a ambos o a su tutor, así como aquellos que se han quedado solos porque sus padres están en cuarentena en centros de tratamiento", dijo Unicef en un comunicado.
La agencia de la ONU alertó de que los niños huérfanos por ébola suponen un estigma para los menores, a los que la enfermedad afecta mucho, ya sea directamente o indirectamente, de forma psicológica.
"La pérdida de un padre es una experiencia perturbadora para un niño", estimó el representante de Unicef en la RDC, Gianfranco Rotigliano, quien añadió que, "mientras la epidemia siga, se mantendrán los esfuerzos para garantizar el bienestar físico, emocional y psicológico de los niños".
La epidemia de #ébola en el noreste de la República Democrática del #Congo (#RDC), que se ha cobrado ya 97 muertes probables, ha dejado a 155 menores huérfanos o separados de sus padres, según @UNICEF
— EFE África (@EFEafrica) September 21, 2018
La actual epidemia de ébola, que afecta a las provincias nororientales de Kivu del Norte e Ituri, deja ya 97 muertes probables -de las cuales 66 han dado positivas por la enfermedad– y 143 casos (112 confirmados y 31 probables).
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En los últimos días, las muertes están remitiendo y 39 personas se han curado ya de la enfermedad desde que se declaró el brote el pasado 1 de agosto, tan solo ocho días después de que el ministro de Sanidad, Oly Ilunga, proclamase el fin del anterior brote en la provincia de Ecuador (noroeste).
Este brote se ha detectado en dos de las regiones con más conflictos del país y debido a este hecho, a la desconfianza de la población y la tardía detección se ha convertido en el peor de la última década en la República Democrática del Congo.
El virus del ébola se transmite a través del contacto directo con la sangre y los fluidos corporales contaminados, transmite fiebre hemorrágica y puede llegar a alcanzar una tasa de mortalidad del 90 % si no es detectado a tiempo.
La peor epidemia conocida en el mundo se declaró en marzo de 2014, con primeros casos que se remontan a diciembre de 2013 en Guinea Conakri, desde donde se expandió intensamente a Sierra Leona y Liberia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) marcó el fin de ese brote en enero de 2016, después de registrarse 11.300 muertes y más de 28.500 casos, aunque la agencia de la ONU cree que estas cifras podrían ser conservadoras.