La glucosa es la principal fuente de energía del cuerpo. Hay una hormona que se llama insulina; y ayuda a que la glucosa pase del torrente sanguíneo a las células.
En una entrevista para el medio El Español, la doctora Cristina Tejera Pérez, médico especialista en Endocrinología y Nutrición; mencionó que al momento de haber un pico de glucosa no produce síntomas en personas sanas; pero en aquellas con diabetes pueden tener aumento de sed, aumento de la micción; náuseas, vómitos, o sequedad de boca.
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La experta que también es miembro del Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol, así como vocal de Comunicación de la Sociedad Española de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN); comentó que los síntomas se pueden asociar al hecho de que, pese a que haya una glucosa elevada en sangre; no entra dentro de la célula por una falta absoluta o relativa de insulina.
«Es entonces cuando el cuerpo tiene que echar mano de las grasas liberando en este proceso cuerpos cetónicos responsables de estos síntomas. También el tener la glucemia alta; produce una deshidratación celular de ahí el aumento de la sed, y secundariamente hay una diuresis osmótica incrementándose la poliuria»; agrega la endocrinóloga.
Tejera mencionó que los picos de insulina en las personas sin diabetes vuelven a la normalidad luego de dos horas como máximo. Los niveles de glucosa normal es de 80 y 130 mg/dL.
Si los picos son frecuentes y más llamativos; puede haber una alteración en la secreción de insulina que no medie la supresión hepática de la glucosa entre comidas.
Los valores por encima se relacionan con un mayor riesgo de desarrollar estrés oxidativo; y que contribuyen al desarrollo de la enfermedad cardiovascular.
En las personas con diabetes, recuerda que la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición aconseja unos valores de glucemia postprandial a las dos horas tras la ingesta; y que sean inferiores a 180 mg/dL.