Cuando el corazón se detiene, la sangre deja de fluir, empieza una cuenta regresiva. La falta de oxígeno y nutrientes desencadena una ola de reacciones fisiológicas que culmina, inevitablemente, con la muerte celular. Durante una muy larga lucha de los seres humanos contra la muerte, tienen en la recuperación de tejidos, uno de sus grandes objetivos.
Y la noticia de hoy es que acabamos de dar un salto realmente increíble para conseguirlo.
Décadas de avances que no demostraban una mejora. Porque sí, en las últimas décadas hemos ido desarrollando técnicas que nos permiten recuperar tejidos en un estado cada vez más avanzado. Sin embargo, eran victorias limitadas; preservar tejidos, concretos, recuperar determinados órganos. Por el momento, hasta ahora.
El equipo de Nenad Sestan decidió adaptar una de esas tecnologías parciales (llamada BrainEx) que había demostrado su capacidad para restaurar algunas funciones en el cerebro de los cerdos horas después de la muerte. La lógica subyacente es que si la técnica tuvo éxito en células tan sensibles como las nerviosas.
Lo llamaron OrganEx y consiste en conectar al sistema circulatorio un sistema de bombeo que introduzca en el cuerpo un líquido cargado de factores para contrarrestar los desequilibrios metabólicos y electrolíticos que se desencadenan con el cese del flujo sanguíneo. Al aplicar la técnica con cerdos una hora después del paro cardiaco, descubrieron que OrganEx «preserva la integridad de los tejidos, disminuye la muerte celular y restaura procesos moleculares y celulares seleccionados en múltiples órganos vitales (como el corazón, el cerebro, el hígado y los riñones)».
Los órganos tratados con OrganEx no solo mostraron menos signos de hemorragia e inflamación que los tejidos que los tratados por métodos tradicionales. Si no que también se observaron «patrones de expresión génica específicos que indican que se están produciendo procesos de reparación dentro del cuerpo».
Prudencia y una espera optimista
No hay que lanzar las campanas a vuelo, la técnica, pese a tener antecedentes positivos, aún es muy reciente. Necesitamos más tiempo para explorar y desarrollar, para comprender completamente a dónde nos lleva esto. No estamos mucho más cerca de la «resurrección», pero sí estamos dando pasos significativos para aumentar el número de órganos disponibles.
Basta recordar que, una gran cantidad de personas esperan un trasplante de riñón y lo realmente preocupante es que, por cada trasplante que se realiza, se diagnostican dos personas más con enfermedad renal crónica. Dinámicas parecidas a esta, podemos encontrar en todos los órganos a los cuales, es posible hacer un trasplante; cualquier paso para mejorar es un buen paso.