La mejor manera de reducir el riesgo cardiovascular es adoptar un estilo de vida saludable. Los ejes fundamentales de este son dos: la dieta y el ejercicio. Ambos factores en conjunto son medios óptimos para prevenir todo tipo de enfermedades.
Las dos causas principales de muerte en el mundo son la cardiopatía isquémica y el accidente cerebrovascular, según datos de la Organización Mundial de la Salud. Esta información por sí sola muestra la importancia de tomar medidas para reducir el riesgo cardiovascular.
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Se estima que al menos la tercera parte de las enfermedades cardiovasculares son prevenibles. Pese a esto, no se logra reducir el número de muertes por esa causa debido a la persistencia de los hábitos inadecuados, como el sedentarismo y las dietas inconvenientes.
Las enfermedades cardiovasculares comprenden varias patologías asociadas con el funcionamiento del corazón y de los vasos sanguíneos. Dentro de estas se cuentan la hipertensión, la insuficiencia cardiaca y la enfermedad cerebrovascular, entre otras.
Minimizar el riesgo cardiovascular
Para minimizar el riesgo cardiovascular es importante reducir el consumo de sodio, azúcar, grasas saturadas y colesterol. Un estudio de la Universidad Joseph Fourier, en Grenoble (Francia), halló evidencias de que la dieta mediterránea contribuye a prevenir problemas cardíacos.
Conviene hacer ejercicios de fuerza un par de días a la semana. El levantamiento de pesas o las bandas de resistencia son muy convenientes. Es aconsejable controlar los signos vitales y detener la actividad si hay mareos o falta de aire. Con el tiempo se logra incrementar la capacidad del organismo para responder mejor.
Prevención del riesgo cardiovascular
Los estudios indican que los mejores resultados se obtienen cuando se combina una dieta saludable con la práctica regular de ejercicio. Una medida potencia a la otra y la hace más provechosa. Por este motivo, lo mejor es adoptar ambos hábitos a la vez.
Es normal que al comienzo haya resistencia a adoptar nuevos hábitos. Sin embargo, una vez que se empieza y se rompe esa barrera inicial poco a poco todo se vuelve más sencillo. En promedio, una persona tarda poco más de dos meses en incorporar un nuevo hábito. ¿El resultado final? Prevención en lugar de atención.