Se conoce como stealthing o retirada del preservativo sin consentimiento aquella práctica en la que en el contexto de una relación sexual, el varón se quita el condón o lo daña a propósito sin el conocimiento de su pareja. Esta práctica está considerada como un tipo de violación.
Algunos países como Alemania y Reino Unido, o el estado de California en EE UU sí lo contemplan como un delito específico. En el caso de España, no está recogido como tal en el ordenamiento jurídico, pero ya hay sentencias que consideran que coincide con el artículo 181 del Código Penal que recoge que «la persona que sin consentimiento realice actos que atenten contra la libertad o indemnidad sexual será considerado responsable de abuso sexual».
En un reportaje, la BBC recoge algunos testimonios de víctimas de esta práctica. «No sabía nada sobre el stealthing hasta que me pasó», dice una de ellas, que mantiene su nombre en el anonimato.
«Fue sólo después que me di cuenta de lo que había hecho y me sentí muy molesta y preocupada. Tomé la pastilla del día después, pero cuando no tuve mi período al mes siguiente, me hice una prueba de embarazo», dice la víctima a la BBC.
Dio positivo: «Estaba realmente enfadada, sensible y confundida. Le envié un mensaje de texto al chico, pero a él no le pareció que era un gran problema y me dijo que ‘solo costaba unas £50 (60 euros) abortar’, pero cambió mucho mi vida», dice la joven.
«Al final, decidí interrumpir el embarazo, pero fue una decisión muy difícil de tomar. Me castigué mucho porque quería un bebé, pero sabía que no eran las circunstancias adecuadas», señala.
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Aunque acudió a la Policía para denunciar al chico; no tenía pruebas (él lo negaba todo), por lo que no pudo emprender acciones legales.
Cada vez más común el stealthing
Katie Russell, portavoz de la organización benéfica británica Rape Crisis; dice que el stealthing es algo de lo que se escucha «cada vez más».
«Siempre es difícil saber si es porque está sucediendo más o porque la gente es más consciente de ello y está dispuesta a sacarlo a la luz», dice; y añade que cree que ponerle nombre a esta práctica resulta perjudicial.
«Es un término relativamente nuevo, y de alguna manera es útil tener un término para que la gente sepa lo que es, pero por otro lado puede ser un poco engañoso», dice. «De alguna manera lo desinfecta y minimiza; porque en última instancia de lo que estamos hablando es de violación», sentencia.
«Tenemos que ser muy claros que esto es una extracción no consensuada del condón, y no es algo que sea un poco descarado o travieso para intentar salirse con la suya; esto es algo serio que puede tener impactos realmente dañinos para toda la vida y la salud de otra persona», añade la experta.
Por El Tiempo