La otomicosis es una infección fúngica que se asienta en el oído externo de forma frecuente. Hace parte del grupo de las otitis externas, pero no es provocada por bacterias (como Pseudomonas y otros patógenos oportunistas). En este caso, los agentes causales son los hongos Aspergillus y Candida.
Se estima que la otitis externa constituye del 5 al 20 % de las consultas otológicas, es decir, personas que acuden a la clínica preocupadas por pérdida de audición y síntomas en los oídos. De todo este porcentaje, menos del 20 % de los cuadros clínicos son atribuidos a hongos. Si quieres saberlo todo sobre esta infección micótica, sigue leyendo.
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Los hongos productores de otomicosis dependen de la región consultada. Se estima que el género Aspergillus responde al 80 % de los cuadros, mientras que la especie Aspergillus niger, por sí sola, provoca la mitad de las otomicosis. Tras ella, se encuentran otros microorganismos, como Aspergillus fumigates (30 %) o Candida albicans (11 %).
Estas infecciones tienen lugar en el oído externo, en especial en el conducto auditivo. Este canal, de 25 a 30 milímetros de largo y 7 milímetros cuadrados de diámetro, es el encargado de recibir las ondas sonoras del pabellón auditivo hasta el tímpano. Cuando la membrana timpánica retumba por estas ondas, los cuerpos celulares especializados interpretan el sonido.
La infección ótica externa de naturaleza bacteriana suele presentarse con dolor y secreciones purulentas. Este no es el caso de la otomicosis, ya que los signos clínicos son inespecíficos y, en general, menos severos.
Tratamiento de la otomicosis
Como hemos dicho, el tratamiento de elección es, en todos los casos, un antifúngico. Algunos pacientes con otomicosis acuden al especialista en ocasiones sucesivas, ya que se les recetan antibióticos erróneamente y la infección progresa. Tomar un antibiótico en una infección fúngica no sirve para nada.
La otomicosis no es una infección grave en sí misma, pero sí que puede generar muchas molestias a corto plazo. Hasta cierto punto, este cuadro se puede evitar, pero en otros casos es casi imposible. Por ejemplo, si vives en una región con una humedad muy alta y temperaturas elevadas, poco más puedes hacer que mantener la higiene al día.
En el caso de que sientas dolor de oído por más de un par de días, acude pronto al médico de atención primaria. Un diagnóstico temprano evitará que la patología se agrava y afecte a zonas cercanas, como el oído interno.