Un alto índice de masa corporal en los últimos años de la adolescencia indica un mayor riesgo de un primer infarto cerebral antes de los 50 años de edad, tanto en hombres como en mujeres, según un artículo que publica hoy la revista Stroke.
El infarto cerebral isquémico, ocurre cuando un coágulo sanguíneo o el estrechamiento arterial obstruye la circulación en un vaso sanguíneo en el cerebro. Impidiendo el flujo de sangre hacia este órgano. En pocos minutos las células del cerebro empiezan a morir.
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De esta forma, el estudio analiza la relación entre el índice de masa corporal y la aparición de un primer infarto en personas menores de 50 años. El campo de estudio fueron 1,9 millones de hombres y mujeres que habían tenido un examen médico completo entre 1985 y 2013.
Los investigadores encontraron 1.088 infartos, de los cuales 921 fueron isquémicos y 167 hemorrágicos o derrame cerebral. La edad promedio de estos infartos fue de 41 años.
Adolescentes en la categoría de sobrepeso mostraban un riesgo dos veces más alto de infarto antes de los 50 años de edad y los adolescentes obesos tenían un riesgo 3,4 veces mayor.
Riesgo de un primer infarto cerebral
«Nuestras conclusiones muestran la importancia de un tratamiento y la prevención de los IMC normales altos y excesivamente altos durante la adolescencia»; indicó Gilad Twig, profesor del Cuerpo Médico de las Fuerzas de Defensa de Israel y uno de los autores del estudio.
Como recuerda Twig; este estudio es «el primero que muestra que los riesgos de infarto asociados con valores de índice de masa corporal, elevados son los mismos para hombres y para mujeres».
«Los adultos que sobreviven a un infarto temprano en la vida encaran consecuencias funcionales negativas que pueden conducir a la pérdida del empleo, la ansiedad y la depresión»; apuntó este experto.
De igual forma la Asociación Estadounidense de Infarto; una división de la Asociación Cardiaca Estadounidense, señaló que «al tiempo que las tasas de obesidad adolescente e infarto entre adultos menores de 50 años siguen aumentando en todo el mundo«.
Lo que sí es claro, apuntó Twig; es que «los costes directos e indirectos atribuidos a la prevención y atención del infarto son altos, y se espera que sigan aumentando. Dado que continúa subiendo la tasa de infartos«.