La mayoría se hacen una pregunta que no es nada fácil responder; es acerca de la dificultad para llegar al orgasmo en los encuentros sexuales ya que suele ser bastante frecuente.
Para muchos, es una incógnita el por qué en las prácticas masturbatorias consiguen elevar, sostener y culminar los procesos excitatorios y cuando están con otros no lo pueden replicar.
Esa incertidumbre viene acompañada de angustias y frustraciones, retroalimentadas por la presión que se genera en torno a ese objetivo, y que muchas veces entorpece los vínculos sexoafectivos.
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A veces, con un poco de información y entendimiento, conseguimos bajar la ansiedad y propiciar un estado más amable para salir satisfechos de los encuentros, incluso cuando no llegamos al orgasmo.
Lo primero que quiero decir es que, por supuesto no es lo mismo llegar al orgasmo cuando estamos a solas, sintiéndonos seguros, cómodos, ocupándonos solamente de nuestro propio placer, que cuando estamos en una actividad sexual con otra persona.
Sucede que el escenario, al momento de estimularnos solos o solas, tiene ciertas características que propician la facilidad para alcanzarlos y probablemente una mayor intensidad.
A saber:
– Estimulo adecuado: sabemos dónde y cómo tocarnos. Estando a solas, podemos tocarnos de la manera más efectiva que conocemos, utilizando las manos así como cualquier objeto que nos brinde un estimulo intenso.
Es probable que ejerzamos un tipo de presión y movimiento específico o que incluyamos algún juguete sexual. Estas formas nos brindan un tipo de estímulo que luego quizá no sepamos cómo replicar cuando estamos con otra persona.
Además, a solas muchas veces recurrimos a la compañía de un estimulo visual, como el recurso de material erótico o pornográfico, o algún recuerdo o fantasía. Eso nos mantiene con el foco de nuestra atención centrado en un pensamiento erótico.
– Tiempo suficiente: A solas nadie nos apura, ni tenemos que demorarnos para “durar más”. Nos damos el tiempo que necesitamos sin tener que depender del tiempo de la otra persona.
El estimulo es directo y sostenido sin interrupciones
– ni se va a dormir porque ya terminó…
– Autocentrado: desaparecen las exigencias de complacer a un otro. Toda la atención está en la autoestimulación, no hay demandas y no hacemos ningún esfuerzo por satisfacer a otro.
– Menos distractores: basta con registrar el estado de despreocupación del que gozamos cuando estamos solos para entender el concepto. No tenemos la mirada inhibitoria de un otro, ni nos estamos preguntando qué estará pensando o por qué hace tal o cual cosa.
Tampoco estamos con miedo de contraer una Infección de Transmisión Sexual, ni pensamos en la posibilidad un embarazo no deseado.
– Podemos soltar el control: nos sentimos mas seguros/as a solas. El orgasmo implica una liberación de emociones e implica soltar el control, algo que muchas veces nos genera vergüenza o sensación de vulnerabilidad ante un otro.
La idea entonces es llevar todas estas condiciones a los encuentros. Darnos el tiempo necesario de excitación, con el estímulo adecuado, en un estado relajado, despreocupado y en el que podamos sentirnos seguros para soltar el control.
Cuando estamos solos o solas
Usar ese conocimiento acerca de lo que nos funciona cuando estamos solos o solas, para implementarlo con otros, priorizando y siendo protagonistas de nuestro disfrute.
Es importante recordar que no todos tendremos orgasmos en todas las prácticas y eso no quiere decir que algo esté fallando. No existe una jerarquía de prácticas en donde sea esperable que sucede el orgasmo en alguna determinada.
Por último, vale decir que también sucede la situación inversa. Algunas personas reconocen que alcanzar el orgasmo en situaciones de soledad les representa una mayor dificultad que en sus encuentros.
Es posible que presenten mayores niveles de dispersión estando a solas, mientras que con otra persona consiguen mantener el foco en la actividad sexual. También es el caso de personas que necesitan de la conexión y de la intimidad con otros para encontrarle sentido al placer genital.
No importa cuál sea tu caso, lo principal siempre es contar con la mayor información que nos permita atravesar experiencias de encuentro en las que prime la empatía y el entendimiento en el intercambio.
Los encuentros en la intimidad forman una parte importante de la concepción que tenemos de nosotros y de nuestra sexualidad. Cuanto más practiquemos el respeto por el otro y la diversidad, más posibilidades tendremos todos de sumar experiencias positivas y desdramatizar la forma en la que transitamos el ejercicio de nuestra sexualidad.