La bronquiolitis aguda es una infección respiratoria ocasionada por un virus, muy común en menores de 2 años, que afecta a los bronquios pequeños de los pulmones.
El virus más frecuentemente implicado es el Virus Respiratorio Sincitial (VRS), que se presenta en epidemias durante los meses de octubre a marzo. Sin embargo, durante los dos últimos años y debido a las medidas adoptadas para evitar la propagación de la Covid-19 han disminuido los casos de bronquiolitis aguda.
Una vez anuladas estas medidas, el Servicio Vasco de Salud prevé que este año la epidemia; vuelva con una intensidad e impacto similares a los de los años anteriores a la pandemia. Según los datos aportados por Osakidetza en una nota, en fechas anteriores al estallido del coronavirus en Euskadi, 25 de cada 1000 menores de 2 años padecen esta enfermedad por cada mes que dura la epidemia.
Traducido en consultas en este periodo se suelen atender 4500 casos de bronquiolitis en Atención Primaria y 2500 episodios de urgencias hospitalarias, con 450 hospitalizaciones.
Cómo evitar el contagio de bronquiolitis
Por estos motivos, Osakidetza ha dado inicio a una campaña de información en la que recomienda extremar las medidas para prevenir contagios, que son las mismas empleadas para evitar la transmisión de otros virus respiratorios como la Covid-19.
El VRS se transmite por vía aérea, y entre sus principales síntomas se encuentran la tos y la dificultad para respirar. El contagio se produce a través de las secreciones, como los mocos, o a través de las manos.
Las personas adultas pueden contraer el virus y los síntomas serán, por lo general, leves. Sin embargo, pueden ser una fuente de contagio para un niño pequeño, y producirle una bronquiolitis.
La bronquiolitis es más grave en bebés de menos de 6 meses y la fuente principal de contagio son los niños mayores, muchas veces hermanos y hermanas.
La infección suele empezar con tos y mocos en nariz, como cualquier proceso catarral, y puede producir fiebre. Al cabo de 2-4 días, puede aparecer dificultad para respirar, que se percibe porque el niño o niña respira más deprisa y le cuesta comer. En ocasiones, se pueden oír ruidos en el pecho como «pitidos», o percibir otros signos de dificultad respiratoria (hunde las costillas o mueve la tripa a la vez que respira).
Los síntomas suelen durar entre una y dos semanas, aunque, en ocasiones, la tos se hace más persistente y puede alargarse hasta cuatro semanas.
Tratamiento y medidas preventivas
A día de hoy, no existen medicamentos eficaces para su tratamiento. En la mayoría de los casos se trata de un proceso leve que se supera con medidas generales, como los lavados nasales o el control de la respiración.
En cualquier caso, Osakidetza recuerda que es recomendable lavarse frecuentemente las manos, educando también a los niños en esa higiene; así como evitar el humo de tabaco, ya que puede empeorar los síntomas.
Asimismo, recomienda limitar, en la medida de lo posible, el contacto con otros niños y niñas; no llevándole al centro escolar o guardería mientras dure el proceso. En caso de que el hermano o hermana de un bebé de pocos meses resulte contagiado, es preferible mantener la distancia, en la medida de lo posible.
De manera preventiva, puede ser clave durante la época epidémica evitar el contacto con niños mayores y adultos que presenten un resfriado porque, aunque este sea leve, puede ser foco de infección del virus y provocar una bronquiolitis a un bebé.