Un centenar de estudiantes participan en Málaga; en un experimento pionero que trata de hacer consciente a los Jóvenes de las consecuencias del uso abusivo del teléfono móvil, y formarles para acceder a fuentes fiables.
¿Qué cree que sentiría si le restringen el uso el teléfono móvil durante una semana? Un grupo de 97 jóvenes han tenido la oportunidad de saberlo y detectar la influencia real que el dispositivo ejerce sobre ellos. El resultado general es que la desconexión impacta de forma clara en su salud mental, causándoles ansiedad, inseguridad e incluso dependencia, según un estudio pionero en el que participaron entre los pasados meses de mayo y julio voluntarios de entre 15 y 24 años que estudian en la Universidad de Málaga y el colegio Platero de la capital.
Durante la primera semana podían hacer uso de la forma habitual, durante la segunda tenían que desconectar el dispositivo y, en la última semana, recuperaban el uso normal del mismo. En esos 21 días debían recoger las impresiones por escrito y además someterse a un cuestionario, según una nota remitida por el grupo de investigación, con los profesores de Periodismo, Pedro Farias, al frente, y codirigido por Bernardo Gómez. Las sensaciones que experimentaron las describen como de «incomodidad, ansiedad, inseguridad e incluso dependencia», aunque para algunos supuso una cierta liberación prescindir del dispositivo.
Un estudio revela cómo se dispara la ansiedad entre los jóvenes cuando dejan de usar el teléfono móvil: "Me tranquilizaba solo con tenerlo cerca" https://t.co/UFuneNJW07
— Hearyourself (@Hearyourself1) September 29, 2022
Experimento en jóvenes sin usar el teléfono «me tranquilizaba solo con tenerlo cerca»
De las conclusiones se extrae que los estudiantes dedican cinco horas diarias a usar el teléfono y están especialmente volcados en las redes sociales, a las que dedican cuatro de horas. WhatsApp es la aplicación que les «roba» la mayoría de su tiempo, seguida por Instagram y TikTok. Esta última es el canal preferido por los jóvenes para informarse. Este es otro de los aspectos fundamentales que abordaba la investigación, estudiar la credibilidad de las noticias que reciben por las redes sociales.
Cuando recuperaron sus teléfonos, la mayoría volvió al nivel de consumo habitual, cinco horas, a pesar de que el experimento sí les hizo darse cuenta del «enganche» que sufrían y «de que toda su vida está ligada a su dispositivo»: «Tenía necesidad de tener el móvil cerca; tenía ansiedad si estaba lejos; me tranquilizaba solo con tenerlo cerca», «he tenido más ansiedad que cuando intento dejar de fumar».
Alejarse del teléfono móvil ha tenido, además, una repercusión positiva en el ámbito familiar para los jóvenes. Desconectar para conectar con los más cercanos. «El aislamiento era hasta entonces moneda común», aunque los comportamientos empezaron a cambiar tras esta experiencia que a muchos de ellos les ha marcado; subrayan los expertos que han realizado el estudio en un comunicado. «Cuando estoy en mi casa, después de cenar, me voy a mi cuarto a ver TikTok y al no tener móvil he hecho más vida en familia», dijeron. Otro comentó: «He visto una serie con mis padres sin distracción: lo he disfrutado».
También han sido relevantes los comentarios acerca del impacto de estar sin el móvil en los estudios. ¿Es un elemento útil o estorba? «Me ayudó un montón el estar sin teléfono; hice todos los trabajos en menos tiempo», destacó uno de los jóvenes. La lectura también se fomenta si no se utiliza el dispositivo: «He conseguido leerme un libro completo. Hace seis años que no leía un libro por placer».
Pese a las sensaciones anteriores descritas, cuando se les cuestionó a los jóvenes si ahora serían capaces de vivir sin su móvil; una amplia mayoría respondió que no podrían, pero que si tuvieran que hacer frente a ese desafío, ahora se sentían más preparados que antes. Además, la vivencia les hizo conscientes de que debían racionar el tiempo que pasan expuestos a las redes sociales.
La investigación, por su parte, prevé finalizarse a finales de 2023, y en ella participan, además del UMA; la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad Miguel Hernández de Elche, y varios socios internacionales como la Universidad de Viena; y la Universidad de Beira Interior (Portugal).