Se descubrió que los niveles de Alfa-1 Antitripsina (A1AT) una proteína del hígado que protege los tejidos del organismo en los fumadores eran “significativamente menores” que en los no fumadores; según el estudio. Sin embargo, no se detectaron diferencias en los individuos hipertensos y no hipertensos.
Según la División de Prevención de Enfermedades Cardíacas y Accidentes Cerebrovasculares del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, cada año se producen aproximadamente 1,5 millones de ataques cardíacos y ataques cerebrovasculares.
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Se cree que la proteína del hígado A1AT podría ofrecer protección al tejido cardíaco cuando se libera durante un infarto.
“Es interesante el estudio. Quizá necesita ser profundizado el tema de las proteínas para encontrar otras líneas de tratamiento. También este trabajo advierte como otros estudios anteriores que el consumo del tabaco; en todas sus formas, afecta negativamente a las arterias del corazón, y aumentan el riesgo de tener infartos, insuficiencia cardíaca, más riesgos de complicaciones y muertes súbitas”; dijo a Infobae la médica especializada en tabaquismo Sandra Galarza.
“El objetivo de este estudio era comparar los niveles plasmáticos de A1AT liberados en fumadores y no fumadores, y entre individuos hipertensos y no hipertensos después de un ataque”; contó el doctor Said Khatib, coautor del estudio.
El estudio en seres humanos se llevó a cabo en 29 hombres y 11 mujeres adultos al tomarle muestras de sangre extraídas al cabo de una, cuatro, 24, 48 y 96 horas del diagnóstico de un infarto.
Fumadores con menos probabilidades a un infarto
Los participantes se dividieron en cuatro grupos de fumadores y no fumadores, e hipertensos y no hipertensos. Los investigadores creen que el mantenimiento de unos niveles adecuados de A1AT en los fumadores durante un infarto mejorará sus posibilidades de supervivencia.
Los productos del tabaco contienen nicotina, una sustancia que es sumamente adictiva. Consumir esos productos es uno de los principales factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares y respiratorias; así como de más de 20 tipos o subtipos diferentes de cáncer y muchas otras enfermedades debilitantes.
Cada año se registran más de 8 millones de muertes relacionadas con el consumo de tabaco, según la Organización Mundial de la Salud.
Cada año se destruyen unos 3,5 millones de hectáreas de tierras para cultivar tabaco. Este cultivo favorece la deforestación; especialmente en el mundo en desarrollo.
La eliminación de espacios forestales para implantar plantaciones de tabaco deteriora los suelos y merma el rendimiento, esto es, la capacidad de las tierras para sostener el crecimiento de cualquier otro cultivo o planta.