Ya sabemos que dormir con luz puede alterar los ritmos circadianos, afectando tanto a nuestro sueño como a nuestra salud. Se cree que, por ejemplo, puede estar relacionado con la aparición de algunos tipos de cáncer. Ahora, gracias a un estudio recién publicado en PNAS, sabemos también cómo puede influir en el desarrollo de diabetes y trastornos cardiovasculares.
El estudio en cuestión, realizado por científicos de la Universidad Northwestern, analiza las causas que llevan a estos problemas de salud y, además, brinda consejos para evitar que ocurra.
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Y es que, por lo general, nuestro organismo nos prepara para estar alerta durante el día y descansar y resetearnos durante la noche. Pero si el cerebro detecta la entrada de luz puede interpretar que es de día cuando no lo es. Aquí empiezan los problemas de la contaminación lumínica.
¿Puedes dormir con luz?
Todos hemos escuchado alguna vez la típica conversación entre quienes necesitan oscuridad absoluta para dormir y quienes aseguran poder hacerlo con luz.
Es cierto, dormir con luz no es un problema para todo el mundo. De hecho, hay incluso personas que necesitan tener cerca una lamparita para conciliar el sueño. El problema es que, aunque nosotros percibamos que no es un problema para nuestro descanso, la iluminación puede estar perjudicándonos de todos modos.
Esto se debe a que se activa una parte de nuestro sistema nervioso que debería estar aletargada.
Los tipos de sistema nervioso y su relación con el sueño
Tanto a la hora de dormir como durante el día, la cabina de control de nuestro organismo está ubicada en el cerebro. Continuamente se reciben estímulos externos e internos que viajan en forma de señales nerviosas hasta esa cabina de control, donde se lee el mensaje y se emiten las órdenes pertinentes para responder a dichos estímulos.
Todo ese entramado de comunicación entre el cerebro y el resto del cuerpo forma el sistema nervioso. Pero, a su vez, este puede obedecer a diferentes clasificaciones.
La principal es la que separa el sistema nervioso en dos tipos: el central, compuesto por el cerebro y los órganos más cercanos, y el periférico, en el que se encuentran todas esas neuronas que se conectan entre ellas para llevar la información hasta la cabina de control.
Dentro de ese sistema nervioso periférico nos encontramos algo conocido como sistema nervioso autónomo, que hace referencia a todos los componentes que regulan acciones involuntarias, como el control de los reflejos, la respiración, la presión sanguínea o la digestión. Ahora bien, en una clasificación todavía más detallada, el sistema nervioso autónomo lo componen el simpático, el parasimpático y el entérico.
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Para hablar de las consecuencias perjudiciales de dormir con luz, vamos a centrarnos en el simpático y el parasimpático. Y es que es una confusión entre ambos la que lleva precisamente a estos efectos.
Los problemas dormir con luz
Durante el día, nuestra frecuencia cardíaca se mantiene más elevada que durante la noche. Esto evolutivamente nos ha ayudado a mantenernos alerta, por si tuviésemos que lidiar con algún peligro. Además, nos permite estar activos y llevar a cabo todas nuestras tareas diarias.
Por la noche, en cambio, todo nuestro organismo interpreta que estamos a salvo y que, por lo tanto, ha llegado el momento de reducir esa frecuencia en los latidos del corazón. Además, se secreta una hormona, llamada melatonina, que nos ayuda a dormir, disminuye la temperatura corporal y, en general, todo nuestro cuerpo se introduce en una especie de sistema de ahorro de energía que compensa el esfuerzo al que se ha sometido durante el día.
El problema es que si nos vamos a dormir con luz nuestro cerebro interpreta que es de día y, por lo tanto, el sistema nervioso simpático sigue manteniéndonos activos y alerta. Esto generalmente afecta al sueño. Pero incluso si nos parece que no nos molesta a la hora de dormir, sí que puede estar afectándonos de forma silenciosa.
Es lo que quisieron comprobar los autores del estudio que se acaba de publicar en PNAS. Para ello, hicieron a un grupo de voluntarios dormir con dos intensidades diferentes de luz.
El primer grupo lo hizo a 100 lux, que se considera luz moderada, y el segundo a 3 lux, equivalentes a una luz muy tenue. Vieron que los del primer grupo mantuvieron una frecuencia cardíaca alta durante la noche. Esto, mantenido en el tiempo, puede estar detrás del desarrollo de trastornos cardiovasculares.
Por hipertextual.com