El sexo ya no es tan tabú como era hace 20 años. Falta ver el contenido que flota en distintas redes sociales y que ahora se hace más «común»; como la lírica en la música de artistas del trap o de los corridos. Pero esto no debe alejar al hecho de que es importante conocer de nuestra propia sexualidad.
Entre diferentes mitos, como la excitación o el orgasmo completo, hay uno que es bien importante: “La humedad no engaña”. Eso es lo que dicen algunas personas respecto a la lubricación vaginal como signo evidente de excitación sexual e, incluso, de deseo.
Pero la humedad no es siempre señal de ello y mucho menos de tener ganas. Y es que la excitación es una cosa y los procesos fisiológicos, otra. Así de ambigua es la sexualidad.
Es fácil entenderlo haciendo un paralelismo con la erección del pene: no siempre que hay erección es por excitación. De la misma manera que puede pasar lo contrario: que no haya lubricación (o erección) y sí haya excitación.
¿Y la saliva, cómo ayuda en la sexualidad?
“Con paciencia y saliva, el elefante se la metió a la hormiga”, dice un dicho popular.
Y si bien la paciencia es un buen consejo ―los cuerpos necesitan un tiempo para prepararse para la penetración―, lo de la saliva no lo es.
Utilizarla es un recurso socorrido en el cine, como en la primera noche de pasión entre los dos cowboys de la película Brokeback Mountain, pero realmente no es una buena opción.
La saliva es un líquido que en un 99% es agua y el agua se seca con mucha facilidad. Con lo cual, aunque inicialmente se aplique en zona vaginal o anal, se va a evaporar rápidamente y el efecto lubricación va a durar poco. Una vez seca, no protege de la fricción, con lo que se pueden provocar pequeñas lesiones.
Ante esto hay dos opciones: estar constantemente aplicando saliva, cosa que no parece ni práctico ni cómodo, o utilizar lubricantes específicos, como los muchos que hay en el mercado. Así que, amigo elefante, usa lubricante… e informate para que no te cuelen ningún otro mito. La sexualidad es tuya por explorar, disfrutala.