Los músculos son una parte muy importante de nuestro cuerpo, aunque no seamos las personas más atléticas, necesitamos que esos tejidos estén sanos.
A lo largo de la vida nuestros músculos cambian: cuando crecemos ese tejido aumenta en cantidad y también sus funciones se modifican. Y al llegar a cierta edad, vamos perdiendo masa muscular.
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Esa declinación de nuestros músculos se llama sarcopenia, de sarco, músculo y penia, pérdida.
Aunque se considera que la sarcopenia es un proceso común, en algunos casos si se acentúa o se combina con otras condiciones de salud, puede ser muy problemática.
La falta de fuerza muscular puede disminuir la calidad de vida cuando envejecemos: puede limitar la movilidad o incluso ocasionarnos caídas que provoquen otras lesiones.
Así que no estaría mal si contáramos con una o varias formas de prevenirla.
Músculos que desaparecen
Los seres humanos no somos los únicos animales con músculos, ni tampoco los únicos que sufrimos con la sarcopenia al envejecer. Se sabe que otros primates, ratones e incluso ciertos gusanos nemátodos, pierden músculos al envejecer.
La sarcopenia va más allá de una pérdida en la cantidad de músculos que se tienen, que sin duda es lo más notable, pero no lo único.
También existen cambios a nivel celular y molecular de los músculos, que afectan su funcionamiento. Se ha estudiado que con el paso del tiempo hay cambios bioquímicos, disminución de la actividad metabólica, así como cambios en la forma en que están distribuidas las fibras musculares.
Estos cambios disminuyen la cantidad de fibras musculares y motoneuronas presentes en los músculos, lo que afecta la movilidad.
A partir de la tercera década de la vida, los seres humanos experimentan un deterioro gradual de la potencia muscular y, a partir de los 60 años, se sabe que se produce una disminución de aproximadamente el 3% de la masa muscular por año en la mayoría de las personas”, dijo el Dr. Jordi