Un equipo internacional de científicos, encontró que el consumo de aceite de cocina reutilizados podría aumentar el riesgo de demencia; según un comunicado de la Sociedad Estadounidense de Bioquímica y Biología Molecular.
Los resultados de su estudio, detectaron niveles más altos de neurodegeneración en ratas que consumieron aceites fritos de cocina reutilizados en comparación con ratas con una dieta normal. Freír es un método común de preparación de alimentos en todo el mundo en las cadenas de comida rápida.
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Los resultados del estudio también demuestran que el aumento de la neurodegeneración está relacionado con los efectos del aceite en la red de comunicación bidireccional entre el hígado, el intestino y el cerebro; y desempeña un papel crucial en la regulación de diversas funciones fisiológicas, y su alteración se ha asociado con trastornos neurológicos.
«Freír a altas temperaturas se ha relacionado con varios trastornos metabólicos, pero no se han realizado investigaciones a largo plazo sobre la influencia del consumo de aceite frito y sus efectos perjudiciales para la salud«; sostuvo Kathiresan Shanmugam, profesor de la Universidad Central de Tamil Nadu en la India, que lideró el estudio.
Peligros de aceite reutilizado
Las ratas que consumieron aceite de sésamo o girasol recalentado mostraron un mayor estrés oxidativo, inflamación en el hígado y daños significativos en el colon.
«Como resultado, el metabolismo de los lípidos hepáticos se alteró significativamente y se redujo el transporte del importante ácido graso omega-3 DHA del cerebro. Esto, a su vez, resultó en neurodegeneración, que se observó en la histología cerebral de las ratas que consumieron el aceite recalentado, así como en la de sus crías»; explicó Shanmugam.
Los científicos, agregaron que ahora se necesitan estudios clínicos en humanos para evaluar los efectos nocivos del consumo de alimentos fritos; especialmente aquellos elaborados con aceite que se usa repetidamente.
Los próximos planes del equipo prevén estudiar los efectos del aceite para freír en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson; así como en la ansiedad, la depresión y la neuroinflamación.