Las modificaciones corporales se han hecho mucho más virales en los últimos años. Desde los tatuajes hasta los piercings; la popularidad de esos procedimientos crece; y con el tiempo, nos traen algunas tendencias (no necesariamente nuevas pero sí renovadas) como el llamado «pearling«.
Personas como Babo, vocalista de Cartel de Santa, entre muchos otros; han llevado a que esta práctica se haga viral por diferentes razones. Pero en realidad, se trata de una actividad que se realiza desde hace muchísimos años.
¿Qué es el pearling y cómo es el procedimiento?
Se trata de una modificación corporal que se hace en los genitales y que no solo tiene como fin cambiar la estética de los mismos; sino que en algunos casos, aparentemente aumentaría el «placer sexual».
El procedimiento para el pearling es bastante similar al de los implantes subdérmicos que se colocan en otras partes del cuerpo. «Es hacer una incisión y separar un poco la piel como tal para alojar la pieza y que se haga un relieve en la misma zona»; nos detalla Octavio Rodríguez, perforador.
El perforador nos cuenta que si bien lo recomendable es que las piezas (también conocidas como cuentas, beads o perlas, que es de donde viene el término) que se implantan sean de silicón; las hay de otros materiales confiables como el teflón, y hasta vidrio. Incluso, hay quienes hacen el implante con piezas hechas de acero quirúrgico o titanio.
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Él mismo nos dice, con base en su experiencia, que el precio de estas intervenciones varía según el material y la cantidad de piezas que se implanten; pero podría ir de los 100 a 200 dólares, como mínimo.
A pesar de que el pene, ya sea en las zonas del cuerpo/tallo o el prepucio; es el genital donde más se acostumbra hacer el procedimiento, la zona de los labios de los genitales femeninos también llega a ser parte de la práctica.
Riesgos que conlleva el pearling
Además de ser una modificación con fines estéticos, el objetivo principal del pearling es que supuestamente ayudaría a aumentar el placer sexual de las parejas. En ese sentido, se sabe que además de las perlas más convencionales, hay otros implantes conocidos como «costillas» que se colocan a los costados del pene, debajo de la piel.
Si bien se cree que los implantes acrecientan el estímulo sexual en las relaciones sexuales vaginales, hay un debate sobre si eso es verdad. Por ejemplo; una especialista del Hospital Universitario de Móstoles (vía GQ) dice que «para que realmente estimule el clítoris, la perla debe colocarse en la base del pene, lo que casi nunca sucede».
Al tratarse de una modificación corporal y por la zona en que se hace, se ha procurado que la práctica del pearling sea mucho más cuidadosa. En algunos casos y a consideración de quien lo desee, algunos procedimientos utilizan anestesia en la zona genital.
Y en cuanto a la recuperación, se procura ser bastante meticuloso con el proceso; sobre todo porque la cicatrización es más tardada debido al flujo sanguíneo que recorre los genitales. El tiempo de recuperación podría ser de entre mes y medio y dos meses; esto antes de que se reanuden las relaciones sexuales.
Como tal, efectos secundarios no hay, porque el material que se maneja es biocompatible con el cuerpo. Se trata de buscar la mejor cicatrización posible con el silicón, que es lo mejor que se puede colocar.
Sin embargo, médicos como el cirujano plástico radicado en Nueva York, Neil Tanna; mencionan que aquellos que le entren al pearling «deben recordar que un objeto externo se está implantando en su cuerpo y se corre riesgo de sangrado, infección, migración [que la pieza se desprenda hacia otra zona] y pérdida de sensibilidad; además de una inflamación severa si se implanta material incorrecto bajo la piel».
En todo caso, un correcto procedimiento junto con las medidas de cuidado necesarias, ayudarían a incrementar las posibilidades de que no haya riesgos.
El supuesto origen ligado a los Yakuza y cómo se ha popularizado
El origen se desconoce exactamente. Sin embargo, hay una creencia popular que dice que la práctica nació y evolucionó en diferentes culturas asiáticas, como en China o Filipinas; donde la perforación de los genitales formaba parte de las creencias de algunos grupos étnicos sobre el erotismo, entre otras cosas.
Se cree en la actualidad que el pearling tiene su origen más exacto y ligado a su forma actual, en la cultura del crimen organizado japonés de los Yakuza. Se dice que los miembros de estas organizaciones se implantaban perlas de vidrio en el pene; esto como una forma de contar los años que pasaban en prisión.
Aunque el pearling se ha profesionalizado, se tienen reportes de que en diversas cárceles alrededor del mundo (sobre todo en Estados Unidos) que hay presos que lo intentan por su propia cuenta.