El paludismo o malaria es una enfermedad provocada por el parásito Plasmodium, un parásito unicelular, que se transmite a través de la picadura de mosquitos infectados hembra del género Anopheles.
En el organismo humano, los parásitos se multiplican en el hígado y después infectan los glóbulos rojos. “Si no se trata, el paludismo puede poner en peligro la vida del paciente en poco tiempo, pues altera el aporte de sangre a órganos vitales, y genera un estado tóxico generalizado. En muchas zonas del mundo los parásitos se han vuelto resistentes a varios antipalúdicos.
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Esta infección es una de las enfermedades más antiguas. Existen datos que sugieren su presencia en el hombre prehistórico y ya se describe en papiros egipcios y en los mitos chinos, donde se define como la acción conjunta de tres demonios.
En 2013 la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que en 2013 hubo 198 millones de casos de paludismo en todo el mundo y que unas 584.000 personas murieron a causa de esta patología, la mayoría de ellas niños menores de cinco años en África subsahariana.
Causas
Es una de las enfermedades infecciosas más frecuentes y uno de los principales problemas de salud para el viajero. El riesgo de infección varía en función del itinerario, la duración del viaje, la época del año (época de lluvias o la temperatura), la inmunidad de la población, la distribución de lugares donde se crían los mosquitos y la prevalencia de las distintas especies.
En el hombre la transmisión se produce por la picadura de mosquitos infectados del género Anopheles, que pican principalmente desde el anochecer hasta el amanecer. También se transmite por transfusiones de sangre o por jeringuillas infectadas. Otra causa, poco probable, es la transmisión en los aeropuertos o los alrededores. En esos casos, algún mosquito se puede colar en un avión procedente de una zona endémica y escapar en una escala donde podría picar en otros países.
Síntomas
Los primeros síntomas que presenta una persona infectada no se distinguen de una enfermedad viral leve: fiebre leve e intermitente, dolor de cabeza, dolor muscular, escalofríos, vómitos y síntomas gripales. En caso de que los síntomas no se traten, la enfermedad puede evolucionar y provocar complicaciones graves y, en algunas ocasiones, la muerte.
La OMS recomienda una estrategia multidimensional para prevenir, controlar y eliminar el paludismo. Las intervenciones fundamentales son el uso de mosquiteros tratados con insecticidas y la fumigación de interiores con insecticidas de acción residual, las pruebas diagnósticas y el tratamiento de los casos confirmados con antipalúdicos eficaces. En los últimos años, estas medidas han reducido drásticamente la carga de paludismo en muchos entornos. Sin embargo, la transmisión del paludismo persiste en muchos países del mundo y es causa de cientos de muertes cada año.