Eso le pasó a Jessica Allen, que siendo madre ya de dos niños, decidió ejercer como gestante para una pareja china. Cuando ya estaba creciendo ese niño en su vientre, se quedó embarazada sin saberlo por segunda vez de su marido, por lo que estaba esperando mellizos: uno de una pareja y el otro suyo.
Allen descubrió la situación seis semanas después de saber que ya estaba esperando el primer bebé. En una exploración rutinaria, su médico se dio cuenta de que en realidad tenía dos fetos creciendo en su vientre.
En un primer momento, todos creyeron que los bebés eran gemelos de la misma pareja para la que era vientre de alquiler, pero nadie llegó a plantearse la posibilidad de que se tratase de superfetación y que uno de esos fetos fuese su futuro hijo.
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¿En qué consiste la superfetación?
Suele ocurrir en muy extrañas ocasiones (la historia de la Medicina apenas ha reportado 10 en seres humanos). Se trata de una fecundación exitosa de un óvulo liberado durante la evolución del embarazo. Como resultado, la madre tiene mellizos de distinta edad gestacional, que incluso, como en este caso, pueden ser de padres diferentes. Aparte de en seres humanos también pueden darse casos en roedores, caballos, ovejas y monos.
En el caso de Allen, ella no supo de lo ocurrido hasta después de dar a luz, cuando comprobó que uno de los niños tenía la piel más clara que el otro. Ante la duda, se realizó exámenes de ADN en ambos bebés y un mes después se comprobó que uno de los niños era de la gestante y el otro de la pareja china.
Tras tres meses de litigios y papeleos, la pareja pudo recuperar a su hijo, Malachi, cuya historia estamos seguros que contarán por generaciones.