Pamela Clynes vivió durante dos años y medio con un dolor crónico en la vulva. Al principio acudió al ginecólogo pues pensó que se trataba de una infección vaginal, pero luego de varios estudios esta posibilidad se descartó.
Pamela relató a Efe que el nivel y la constancia del dolor eran tales que parada, acostada o sentada, lo sentía. Aseguró que visitó a varios ginecólogos, un bacteriólogo y hasta un gastroenterólogo buscando un diagnóstico.
Se sometió a un cultivo y ahí se descartó la presencia de virus, hongos o bacterias, así que el ginecólogo le dijo que su padecimiento podría ser algo completamente emocional y la envió al psicólogo.
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“Los doctores me mandaron al psicólogo porque decían que estaba inventando el dolor. Llegó un punto en el que pensé que sí realmente me lo estaba inventando, me empecé a sentir culpable y tuve una depresión muy fuerte”, compartió.
Después de un tiempo, Pamela comenzó a hacer búsquedas en Google sobre sus síntomas y ahí descubrió la Asociación Nacional de Vulvodinia en Estados Unidos, que lleva 21 años investigando este padecimiento poco común. Gracias a esta institución ya se reconoce a este trastorno como una condición ginecológica en ese país.
Pamela dijo que por fortuna pudo viajar a EE. UU. para que la diagnosticaran con vulvodinia generalizada y disfunción de piso pélvico.
Pero sabe que no todas las mujeres cuentan con los medios para poder realizar un viaje; por ello creó Peace with Pain, la primera plataforma digital en México que habla sobre la vulvodinia, ya que es poco conocida y no existen estadísticas sobre la enfermedad.
Este padecimiento no tiene cura, pero se puede llevar una buena calidad de vida con un tratamiento multidisciplinario, así que puede recaer en el ginecólogo, urólogo, psicólogo, dermatólogo o paliativista.
Pamela señaló que los tratamientos van “desde bloqueos nerviosos, anticonvulsivos, antidepresivos o cualquier fármaco que ayude a desinflamar el sistema nervioso, anestesia tópica, incluso cápsulas vaginales de diazepam y en casos extremos cirugía”.
Y aunque se podría pensar que por ser una afección en la parte genital solo se tienen problemas con las relaciones sexuales, Clynes destacó que va más allá.