Durante cuatro meses, J.P., un niño de cuatro años de Illinois, en Estados Unidos, había chupado la pintura de sus juguetes sin que nadie advirtiese nada, hasta que la falta de coordinación llamó la atención de la familia. Le temblaban las manos, había perdido el apetito y, cuando llegó a urgencias, presentaba una bajada de peso alarmante.
Según relató Sarah, la madre, la familia habita en una casa antigua, herencia de su abuela, y el pequeño acostumbraba a jugar con viejos cacharros. Cuando sorprendió a su hijo masticando y chupando la pintura, se los retiró, pero el niño continuó con su afición con los nuevos juguetes.
El médico que le examinó en urgencias detectó un comportamiento hiperactivo y ataxia aguda. Además de los temblores, sus movimientos eran descoordinados y presentaba una pérdida auditiva neurosensorial de alta frecuencia. También había daño renal.
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El análisis de sangre confirmó la sospecha. La presencia de plomo era al menos 40 veces superior a lo que marca el nivel de riesgo. El declive neurológico era evidente. Además, la toxicidad se había vuelto crónica. El plomo había invadido las estructuras funcionales de sus células y el daño en los nervios era irreversible.
A medida que llegaba a los tejidos, el cerebro de J.P. iba sufriendo muerte celular. El equipo médico consiguió disminuir los niveles en pocas semanas, pero la audición de J.P. sigue muy afectada y sus déficits neurocognitivos siguen siendo grandes. El caso, cuyo diagnóstico fue descrito en 2008, ha sido recordado en el popular canal de Youtube especializado en medicina Chubbyemu.
Millones de personas en todo el mundo están expuestas a los peligros del plomo al inhalarlo, ingerirlo o absorberlo a través de la piel. Los niños son los más susceptibles a este tipo de contaminación o envenenamiento porque en ellos es mayor el porcentaje de absorción, la tasa de retención, la prevalencia de deficiencias nutricionales y la facilidad de depósito en los huesos, según alerta la OMS.
En dosis altas, el plomo podría ser cancerígeno y existe preocupación por su influencia negativa sobre el desarrollo del feto y la capacidad mental de los más pequeños, que podrían sufrir alteraciones en su coeficiente intelectual.