Los humanos han copulado desde que el mundo es mundo. También han tenido idilios, con mayor o menor fortuna. La ciencia, no obstante, es poco dada a avalar el romanticismo hasta que las pruebas empíricas lo demuestran. El orgasmo, la infidelidad, la sonrisita tonta del día después y hasta los regalos de San Valentín han sido objeto de estudios científicos que, con echar un vistazo a la vida real, los investigadores y quienes los financiaron- bien podrían haberse ahorrado. Por suerte para nosotros no lo hicieron, y ahora contamos con las conclusiones de sus trabajos para reírnos, sorprendernos e incluso ejercitar la ironía.
Tener mucho sexo nos pone de humor
Son muchos los estudios que concluyen que las relaciones sexuales nos hacen felices y disminuyen el estrés (sobre todo por la mañana). Todo gracias a hormonas como la oxitocina, que se segrega durante el acto y que es responsable de la conexión con otras personas; no en balde, se conoce como la hormona del amor.
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Una investigación canadiense concluyó que si, además de buen sexo, tenemos afinidad con nuestra pareja de lecho años después de habernos casado y tenido hijos, la satisfacción aumenta hasta niveles estratosféricos. Nada nuevo bajo el sol en una pareja enamorada y un matrimonio feliz.
Otro trabajo, llevado a cabo por investigadores escoceses, apunta que además no es lo mismo conseguir el orgasmo a través de la masturbación en solitario que hacerlo con una pareja. Los expertos analizaron los niveles de hormonas de los participantes en ambos casos y el resultado era de esperar: los niveles de prolactina (una hormona que disminuye el estrés) son un 400% superiores en el último caso. De ahí que después de hacer el amor haya sensación de felicidad y sea tan fácil quedarse dormido, mientras que después de masturbarse muchos puedan seguir con su vida normal como si tal cosa. Una bonita explicación de lo obvio.
Para disfrutar hay que estar relajado
El clímax de la mujer no es un misterio solo para sus compañeros de coyunda, incluso lo es para ella misma: una cosa es buscar el placer y otra que la experiencia resulte del todo satisfactoria. Lo que sí sabe es que un requisito fundamental para encontrarlo es estar relajada. Para corroborarlo, unos académicos finlandeses revisaron el nivel de placer de varios miles de mujeres y, efectivamente, solo para concluir que llegar a un orgasmo maravilloso no depende tanto de las artes amatorias de su pareja ni de su propia pericia (en el caso de la masturbación). El gran condicionante es el estado de relajación de la propia mujer. Algo se intuía, pero con la ciencia bajo el brazo, todo queda más claro…
Los cambios de temperatura alteran la libido
Que levante la mano quien no haya buscado el cálido tacto de la piel de su pareja en las frías noches de invierno. Y aquel a quien no se le haya congelado la libido al notar unos gélidos pies bajo las sábanas. No cabe duda de que existe cierta relación entre la temperatura ambiental, la corporal y el deseo: a más calor, más ganas, y con el frío, menos motivación.
Un equipo de investigadores de Hong Kong y Colorado quiso demostrarlo, y sus conclusiones fueron claras: ante las bajas temperaturas preferimos ver una película. Y aquí viene la sorpresa: no queremos un metraje cualquiera, si es romántica, mejor. Hasta un videoclub les da la razón: los días de temperaturas polares se alquilaban más cintas de amor. Gurús de Hollywood, atentos, que llega la conclusión de los autores: "Esta investigación ofrece implicaciones para la industria del cine. Los estudios harían bien estrenando las películas de amor en invierno".
Si duele la espalda, hay posturas que es mejor no probar
Si te duele la cadera, no la agites demasiado, y eso incluye los bailes amatorios. Parece que está claro, pero los científicos siempre tienen un margen para la investigación. Una pequeña investigación canadiense, en la que participaron 10 hombres y 10 mujeres, fue diseñada para corroborarlo. Su misión, engrandecer el saber de la ciencia practicando sexo frente a una cámara electromagnética que mediría el ajetreo pélvico de ellos. Puro amor al servicio de la medicina y una encomiable capacidad de inhibición, sabiendo que otros escudriñarían sus técnicas para la cópula… o se desternillarían de risa justo en ese momento. Y sí, cuanto más cimbreo de caderas, más dolor. El resultado concluyó que, en caso de dolor, la mejor postura es la cuadrupedia, ni hablar de la cucharita ni del misionero. Habría que estudiarlo, pero uno diría que cualquiera habría llegado a una conclusión semejante sin los sofisticados equipos de grabación.
No a todas las mujeres les gusta usar lencería fina
Aunque la publicidad y el cine erótico festivo nos ha colado que las mujeres seductoras visten de lunes a domingo con ropa interior de encaje y liguero, la realidad es que no a todas las mujeres les gusta usar ropa interior de encaje. Basta con entrar en un vestuario cualquiera de un gimnasio para comprobar que lo que más abunda es la ropa interior de batalla. ¿Pensando en regalar un conjunto picarón a tu chica por San Valentín? Si crees que la lencería fina es la mejor opción, puede que tengas muchas papeletas para fracasar.
Así lo apuntan las conclusiones de un trabajo realizado por Christiana Tsaousi, experta en marketing en la Universidad de Leicester, en Reino Unido. Un artículo suyo publicado en la revista Journal of Consumer Culture señala lo que muchos intuían: hay que ser una misma y dejarse de estereotipos. Generan ansiedad y acaban en grandes chascos. Mejor ahórrate la prenda y apuesta por una caja de bombones.