El primer consejo que un profesional del cine erótico debería ofrecer a sus seguidores sería pedirles que se preguntaran: "¿Realmente necesitas durar más haciendo el amor?". La estadística, recopilada por el departamento de Psicología de la Universidad de New Brunswick (Canadá) en 2004, dice que las relaciones sexuales de pareja llevan entre siete y ocho minutos, preliminares incluidos.
Pero, al mismo tiempo, la mayoría de varones se queda con la sensación de que deberían de haber durado más. Esto se daba, explicaban los investigadores, a raíz de un estereotipo: el de la pornografía, en el que los varones mantienen relaciones penetrativas intensas durante escenas que duran de 20 a 45 minutos, para a continuación eyacular a conveniencia.
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El cine porno está detrás de la proliferación de mitos disruptivos para las relaciones personales, como el referido al tamaño de los penes, a las prácticas sexuales que los hombres consideran aceptables pero las mujeres no, y en el caso que nos ocupa, el de cuánto tiempo tiene que rendir el hombre antes de alcanzar el orgasmo.
El sentido común tiene un primer reproche que hacerle a lo que muestra la pornografía: incluso en el menos cinematográfico, el 'porno casero' que triunfa en Internet, lo que estamos contemplando es una interpretación, ensayada y ejecutada para el placer no de los amantes sino del espectador.
Como confiesan a menudo los actores, este "aguante" tiene a menudo poco que ver con el disfrute y mucho con la resistencia física y sacrificada para producir una escena efectiva. En sus relaciones sexuales personales se comportan de otra manera.
Pero sí que es cierto que el orgasmo femenino es diferente del masculino, y un hombre que eyacula pronto -por debajo de los dos minutos desde el comienzo de la fricción penetrativa- tiene dificultades para dejar a su pareja satisfecha.
La sexología tradicional distingue cuatro fases del orgasmo: excitación, meseta, orgasmo propiamente dicho y resolución. Esta definición es más relevante en el caso de la mujer, ya que en el hombre las tres últimas fases tienden a 'liquidarse' de golpe en el momento de eyacular.
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Como explicaba la sexóloga Laura Morán en la pasada edición de Naukas Bilbao, la idea de 'eyaculación precoz' está pasando a ser sustituida por la de 'eyaculación involuntaria': una relación sexual satisfactoria no depende de la duración del coito sino de que las necesidades de cada cual se vean cumplidas, y eso pasa por el conocimiento y el control tanto del propio cuerpo como el de su pareja.
Es curioso, por tanto, adentrarse en el mundo de los profesionales del porno, verdaderos "superhombres" dotados por la naturaleza con cualidades excepcionales para ver como se enfrentan ellos a las flaquezas de la carne.
Son seres humanos, con corazoncito al fin y al cabo, y sus consejos son frecuentemente más cercanos de lo que imaginaríamos -aunque otros, como la de morderse para distraerse con el dolor, son burradas no recomendables ni para los más sadomasoquistas.