¿Has notado que el color de tu orina varía? Si tu respuesta es negativa, nuestro deber el jalarte las orejas: antes de tirar la cadena hay que analizar la deposición, pues es un indicador de salud. Si el líquido es amarillo, indica que estás sana e hidratada, pero si hay algún cambio, es momento de que prestes atención.
¿Orina blanca? Pasa mucho cuando empiezas la dieta y te dicen que debes tomar toda el agua que puedas. El exceso del líquido vital hará que tu orina adquiera esta coloración, así que es momento de tomar menos.
Si el color es amarillo, pero más oscuro de lo normal, debes tomar más agua. Igual pasa si su color es ámbar o miel.
¿Orina marrón? Estas deshidratada (de verdad) o deberías chequear tu hígado.
Si tu orina es rosada o rojiza, puede que hayas comido alimentos como el betabel, pero también puede ser que haya rastros de sangre.
¿Ves un color naranja? Nuevamente, puede deberse a algo que hayas comido o a problemas en el conducto biliar.
¿Azul o verde? Puede tratarse de una infección o un colorante y si ves espuma, puede ser por exceso de proteína o un problema renal.
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Las heces también te hablan
El excremento también dice mucho de tu salud, de acuerdo a Mayo Clinic. Aunque su color y forma suelen relacionarse con lo que estás comiendo, también pueden alertar de problemas médicos.
Por ejemplo, si tus deposiciones son verdes, puede que hayas comido muchos vegetales de ese color, que estés bajo mucho estrés o que sufras de colon irritable.
¿Popó amarilla? Puede que seas celiaca, tengas una infección en el intestino o tengas problemas para absorber nutrientes.
Si tus heces son oscuras, es probable que estés tomando mucho hierro, tengas alguna úlcera gástrica o várices esofágicas.
Si haces popó roja, puede deberse a hemorroides, colitis ulcerativa, una infección en el intestino o que sufras la enfermedad de Crohn. ¿Y si las heces son claras? Tienes problemas para digerir grasas o en el hígado o vesícula biliar.
Fuente: VIX