Seguro tu madre te ha advertido sobre lo peligroso que son los hisopos para tus oídos y no es para menos, en realidad, este instrumento puede propiciar una acumulación de cerilla en el canal auditivo, o aún peor, te puedes lastimar seriamente el tímpano al usarlo.
Los expertos en general recomiendan dejar los hisopos de lado, al menos para la rutina de limpieza de oídos, pero entonces, ¿cuál es la mejor forma de limpiarlos?
La propia Organización Mundial de la Salud (OMS), afirma que ni siquiera debes preocuparte tanto por este hábito, por la simple razón de que el oído tiene la capacidad de “autolimpiarse”, por lo que sólo se necesita limpiar la oreja desde fuera. Ningún fluido o agente externo debe ser insertado en el oído, a menos que sea parte del tratamiento recomendado por un especialista.
Existen casos en específico donde se produce cerumen en exceso o infecciones que requieren limpieza urgente, pero bajo ninguna circunstancia las personas con esta condición deben limpiarse por sí solas. Se debe acudir con un especialista que utilizará herramientas y sustancias específicas para hacer la limpieza manual. Se recomienda visitar al otorrinolaringólogo entre una y dos veces al año para un chequeo y limpieza general de la zona.
A pesar de lo anterior, hay métodos que si puedes emplear tu mismo para darle una limpieza básica a tus oídos. La Academia Americana de Cirugías en Otorrinolaringología, Cabeza y Cuello, recomienda que humedezcas un paño y des masajes circulares en tu oreja para limpiarla, pero sin insertar el paño en el canal auditivo.
Adicional a lo anterior, si sientes un bloqueo por el cerumen, la institución sugiere que intentes colocar de manera muy cuidadosa unas gotas de glicerina, peróxido de hidrógeno o peróxido de carbamida: ello debería ayudar a despejar la obstrucción en el canal auditivo.
Así que a partir de ahora cuando escuches “lávate las orejas”, tómalo de la forma más literal posible y de manera preferente quédate en la parte externa.