Cualquiera puede llegar tarde y puede suceder más de una vez, claro, pero ser la persona que siempre llega cinco minutos tarde (la típica fama de tardero) es todo un arte. Para algunos, frustrante y bastante inconveniente. Ahora, los científicos han descubierto que es un efecto secundario de un tipo de personalidad.
¿Qué es lo que hace que algunas personas pierdan constantemente el bus que lo lleva a su trabajo, el taxi a un evento familiar, o alguna cita amorosa o con tus propios amigos?
Según Muy Interesante, los investigadores han estado tratando de analizar este extremo durante décadas, y han encontrado algunos rasgos reveladores:
"Existen todo tipo de desalientos y castigos por llegar tarde, y la paradoja es que llegamos tarde, incluso cuando esos castigos y consecuencias existen", según Justin Kruger, un psicólogo social de la Escuela de Negocios de la Universidad de Nueva York (EE. UU.).
Una de las razones más obvias y comunes por las que las personas llegan tarde con frecuencia es que simplemente no evalúan con precisión cuánto tiempo les llevará una tarea, algo que se conoce como la falacia de la planificación: la tendencia a subestimar el tiempo para concluir una tarea.
Los estudios han demostrado que, en promedio, subestimamos cuánto tardaremos en completar una tarea en un significativo 40%.
Otro rasgo, que muy bien podría estar relacionado con el primero, es que los que siempre llegan tarde tienen más probabilidades de ser personas multitarea. En un estudio de 2003 dirigido por Jeff Conte de la Universidad Estatal de San Diego (EE. UU.), descubrió que de los 181 operadores de metro de la ciudad de Nueva York, los que preferían la multitarea, llegaban más tarde a su trabajo. Esto se debe a que la multitarea hace que sea más difícil tener metacognición o conocimiento de lo que estás haciendo (el conocimiento sobre el propio conocimiento).
Jeff Conte también descubrió que existe un tipo de personalidad con más probabilidades de llegar tarde. Mientras que los individuos de tipo A altamente orientados a los logros son más propensos a ser puntuales, los individuos de tipo B, que son más relajados y tranquilos, lo hacen más tarde.
De hecho, las personas tipo A y tipo B realmente sienten que el tiempo pasa de manera diferente. En más de tres estudios previos, Conte descubrió que, para las personas del Tipo A, 1 minuto transcurría en 58 segundos, mientras que para las personas del Tipo B 1 minuto pasaba en 77 segundos.
Los científicos también están empezando a centrarse en estrategias que puedan mejorar lentamente nuestra puntualidad.
Para las personas que constantemente subestiman las tareas, dividir una actividad en pasos muy detallados puede ayudar a valorar con mayor precisión cuánto tiempo les llevará hacer algo concreto.
Un estudio de 2012 también descubrió que pedirle a las personas que imaginen mentalmente una tarea antes de hacerla puede ayudarles a ser más realistas sobre su duración.
Los que llegan tarde también deben darse cuenta de que no pueden estar en dos lugares a la vez, y tratar de planificar menos cosas y más separadas.