Los alimentos fritos son los preferidos de casi todo el mundo. El crujiente, seco y dorado aspecto que obtiene la comida después de pasar por el aceite hirviendo abre el apetito de cualquiera.
Hay un hábito muy arraigado y poco saludable: usar el mismo aceite en más de una ocasión hasta que se queme por completo. El principal motivo es ahorrar la compra de otra bolsa o botella.
La mayoría de personas no saben que el organismo sufre graves consecuencias cuando esto se hace.
La revista Buena Vida, del periódico español El País, ha publicado el reportaje “La señal de que el aceite con el que está cocinando se ha vuelto tóxico”, del cual extraemos algunos puntos de interés para explicar cuán dañino es el aceite recalentado.
Este producto sufre tres reacciones químicas en su composición y por ende puede modificar el sabor de las comidas y afectar la salud de quien lo ingiere.
– La hidrólisis
Es un proceso químico que provoca el aumento de ácidos libres, favorece la oxidación y la formación de melticetonas y lactonas. Por otro lado se genera un aroma y sabor desagradable provocado por la mezcla con el agua o humedad del alimento al momento de freír. Todo ello facilita la creación de una sustancia irritante y cancerígena.
– La oxidación
Los ácidos grasos insaturados se convierten en saturados y pierden sus cualidades beneficiosas para la salud. A cambio aparecen otros elementos y por eso el aceite cambia de color a uno cada vez más oscuro. Además el sabor se vuelve rancio. En este último punto, aparecen unos ácidos grasos trans culpables de que se origine cáncer de mama y enfermedades coronarias.
– La polimerización
Provoca la aparición de espuma y viscosidad del aceite.
Un dato muy importante es conocer a qué temperatura debe estar el aceite al momento de cocinar. Cuando veas que tu aceite está humeando, aparte de encontrarse caliente está perdiendo propiedades. A ese momento se le conoce como punto de humeo.