Los días en el trabajo no siempre transcurren como nos gustaría, no siempre logramos hacer todos los mandados que tenemos pensados y la casa no queda tan limpia como lo imaginamos. Estas y mil preocupaciones más se agolpan en nuestra mente al tratar con los niños.
Aunque intentemos dar lo mejor de nosotros mismos, con frecuencia el cansancio y el estrés nos ganan la jugada. Para evitar volcar nuestra frustración y nuestras tensiones sobre nuestros hijos, es muy importante estar atentos y presentes a la hora de dirigirnos hacia ellos. Como guía, hoy proponemos 8 consejos mindful que te ayudarán a no perder el control con los más pequeños de la casa.
1. Vive en el presente (aunque resulte atemorizante)
Si nos fijamos bien, podremos notar que nuestros pensamientos suelen ubicarse, o bien en un evento del pasado, o en una situación futura. La mayoría tendemos a pasar días enteros en este ir y venir entre el futuro y el pasado sin tener demasiada conciencia sobre lo que pasa hoy y ahora, quizás porque muchas veces resulta un tanto atemorizante.
Por su parte, los niños se expresan de manera opuesta: viven a pleno el momento presente, para ellos no existe nada más. Esta forma de experimentar la vida conforma una enseñanza muy valiosa para los adultos. Si como padres nos atrevemos a abrazar nuestras verdades más profundas y a desentrañar aquellos patrones que nos perjudican en el presente, estaremos brindándole herramientas (y el ejemplo) a nuestros hijos para que ellos también puedan y se animen a hacerlo.
2. Considera el miedo como un aliado
Suena contradictorio, ¿verdad? Pues no lo es en absoluto. Es en nuestra oscuridad, en nuestros miedos, donde radica la mayor fuente con la que podemos contar para nuestro crecimiento como padres y como seres humanos.
El mero hecho de tomar consciencia de nuestros temores y de cuáles son sus orígenes ya nos habilita la posibilidad magnífica de poder trascenderlos y, en consecuencia, lograr tomar mejores decisiones.
3. Practica la respiración consciente
¡Y enséñasela a los niños! Aprender a vivir a un ritmo más lento, a tomar conciencia de nuestra respiración y a dedicar un tiempo a practicarla nos ayuda a nosotros en nuestro día a día y también les aporta una herramienta a nuestros hijos con la que podrán contar tanto en situaciones conflictivas como en el transcurrir de los momentos más gratos.
Al principio, puede que los más pequeños no deseen quedarse quietos demasiado tiempo. ¡No te preocupes! Si ven que continúas practicándolo con paciencia y constancia, ellos también querrán hacerlo.
4. No interrumpas a los niños mientras hablan
Sí, es cierto. Los niños pueden hablar mucho y por un tiempo prolongado. Quizás en estos momentos resulte interesante recordar las respiraciones profundas y lentas para que ellos también enraícen y observen que no hay apuro por decir demasiado todo junto.
De todos modos, siempre vale la pena dejar lo que estamos haciendo y escucharlos con atención. Te sorprenderás de sus descubrimientos y de su modo de observar el mundo. Como si fuera poco, lo más probable es que este hábito se retribuya y que los pequeños también aprendan a escucharnos de forma atenta cuando los que estamos hablando somos nosotros.
5. Haz preguntas desafiantes
Si en el jardín o la escuela ha sucedido alguna situación particular (un festejo o una charla especial, por ejemplo), aprovecha la oportunidad para hacerle preguntas desafiantes. Esta es una excelente forma de demostrarle interés al niño por asuntos que le conciernen exclusivamente y, además, una manera para nosotros, como padres, de aprender de nuestros hijos.
6. Deja que expresen sus emociones
Si, de repente, observamos que nuestro pequeño vuelve de la escuela de mal humor o triste, sería importante no abrumarlo con preguntas, sino esperar. Basta con hacerle saber que todos podemos tener días no tan buenos y que estamos ahí para cuando ellos deseen compartir su experiencia.
Eventualmente, el niño se abrirá y nos contará aquello que lo angustia o enoja y nosotros podremos guiarlo para que aprenda a lidiar con esas emociones sin reprimirlas.
7. Desconectate de la tecnología
Ya sea por ocio o por cuestiones laborales, muchos padres tienden a vivir pendientes de sus dispositivos móviles en sus hogares… y frente a los niños. Dedicar tiempo a estar con nuestros hijos por fuera de cualquier elemento tecnológico nos hará no solo descubrirlos a ellos en su grandeza, sino también a nosotros mismos.
8. La comunicación es clave
Cuando nos dirigimos a nuestros hijos es importante prestar atención a las formas. Un enfoque más consciente nunca será agresivo, pero sí franco y honesto. Para ellos será fundamental, además, reconocer sus logros y hacerles saber que siempre estamos allí para cuando nos necesiten.
Nuestros hijos son un verdadero espejo. Ellos nos muestran a menudo cuán contradictorios podemos llegar a ser a diario. En vez de enojarnos y dejar que la ira crezca en nosotros, lo mejor es intentar ser más conscientes a la hora de reaccionar tanto con ellos como con nuestro entorno. La atención plena nos enseña cómo la simpleza de la presencia y la serenidad constituyen ese camino hacia la construcción de un vínculo respetuoso y amoroso.