Sabemos que las relaciones amorosas son complicadas y que, lamentablemente, en muchas de ellas la manipulación y abuso son parte de la dinámica de la pareja. Prácticas como el ‘Ghosting’, ‘Benching’ o ‘Zombing’, son cada vez más comunes entre quiénes entablan un vínculo emocional.
Ahora, también hablamos del ‘Gaslighting’, una práctica de manipulación en la que una persona distorsiona la realidad de su pareja con el objetivo de beneficiarse así misma. Por ejemplo, en una pelea donde el hombre tiene la culpa, en lugar de asumirla, hace lo posible por convencer a su novia de que es ella la que está equivocada.
Si bien, al inicio las afectadas por esta práctica son conscientes de lo que está sucediendo, no están seguras de que se trate de una manipulación por parte de su pareja, pero sí tienen la duda. Lo más grave es que el abusador es capaz de llegar muy lejos para convencer a su víctima y a su circulo cercano de que algo está pasando.
De acuerdo con el psicólogo clínico Armando Arafat, no es necesario que el ‘Gaslighting’ sea deliberado, sólo requiere de una creencia de que es aceptable “sobrescribir la realidad de otra persona”.
La razón por la que este tipo de manipulación funciona es porque es muy sutil, tanto que la mayoría de las personas puede practicarla casi sin darse cuenta.
El término ‘Gaslighting’ se derivó de la cinta ‘Gaslight’ (1940), cuya trama trata sobre una pareja que se muda a una casa abandonada en donde la mujer escucha ruidos extraños. Su esposo la convence de que está loca y de que es por eso que oye esas cosas, siendo que en realidad es él el culpable de los sucesos.