Si miramos atrás en la historia vemos que la época nómada no pasó hace tanto tiempo. Cerca de 10 mil años atrás, antes del auge de la agricultura, los seres humanos cazaban y cosechaban su propia comida, se movilizaban de un sitio a otro sin necesidad de vehículos y se curaban con sus propias medicinas herbales. Asimismo, se levantaban con el alba y se acostaban cuando el sol bajaba, respetando los ciclos de la naturaleza y sus propios ciclos vitales.
Hoy día, en cambio, nos trasladamos en vehículos contaminantes, compramos comida de baja calidad a un precio excesivo y nos hemos desconectado por completo de la sabiduría de la naturaleza. Para recuperar ese valioso regalo, es necesario reconocer (recordar) cuáles son sus beneficios ya demostrados por la ciencia. Si quieres conocer sus numerosas bondades te invitamos a leer a continuación.
Desde el año 1980 hasta el 2009, el consumo de información vía medios digitales ha aumentado un 350%, según un informe de la Universidad de San Diego. De acuerdo con este estudio, en Estados Unidos los adultos pasan más de 12 horas en promedio frente a diferentes tipos de pantallas, desde iPads y televisores hasta computadoras y videojuegos. Paralelamente, han disminuido de forma drástica las visitas a los parques nacionales y otras actividades al aire libre.
Sin dudas esta desconexión con la naturaleza y la dedicación de tantas horas y energía a los dispositivos digitales impacta sobre la salud. De hecho, los expertos observan un aumento considerable en las tasas de depresión, ansiedad y fatiga. Varias son las investigaciones que demuestran, además, el impacto de la falta de contacto con la naturaleza. Entre ella, un estudio comprueba, por ejemplo, que cuanto más verde es el sitio donde vive el individuo, menores son las tasas de mortalidad.
No es preciso vivir en el campo para experimentar los beneficios: Los especialistas han encontrado que no hace falta vivir en el campo para experimentar los beneficios que brinda la madre naturaleza: el mero hecho de observar un cuadro repleto de verde o solo pensar en paisajes naturales ya reduce la actividad de la amígdala (el centro cerebral vinculado al miedo).
Se ha demostrado, además, que estas acciones no solo reducen los niveles de cortisol (la hormona del estrés), sino que también disminuyen la presión sanguínea, el ritmo cardíaco y la tensión muscular. Es más: la ciencia ha confirmado que cuanto más cerca vivimos de los espacios verdes, más sencillo nos resulta recuperarnos de situaciones estresantes.
El profesor y director del Center for Health Systems and Design, en Texas, Roger Ulrich realizó una investigación en la que se dedicó a analizar los efectos del contacto con la naturaleza en pacientes recientemente operados. Encontró que aquellos que tenían una ventana que daba a un espacio verde se recuperaban mucho más rápido que aquellos cuyas habitaciones carecían de ventanas.
Los primeros pacientes también precisaban menos medicaciones potentes (utilizaban aspirinas en vez de narcóticos, por ejemplo) y expresaban menos quejas respecto a su estado físico durante el período posoperatorio. Resulta difícil negar, entonces, el poder de la naturaleza respecto del estado físico y emocional.
La naturaleza es sabia y generosa. En ella podemos encontrar la llave no solo para sentirnos mejor en ciertos momentos, sino para vivir una vida con mayor bienestar y alegría. La ciencia ya lo ha demostrado. Y tú ¿qué esperas para disfrutar de los beneficios de pasar tiempo en la naturaleza?