Hay gente para todo. Cuando se siente el pinchazo en la garganta que anuncia la infección con un virus del resfriado o la gripe, una persona quizá se tome un vaso de agua con hielo y otra, un té caliente. Ante semejante diferencia de estrategia, cabe hacerse todas las preguntas posibles: ¿una es más eficaz que otra?, ¿no lo es ninguna?, ¿lo son las dos?
Resulta que esas dos personas podrían ser médicos porque ambas elecciones tienen una justificación fisiológica.
Tanto el frío como el calor pueden ser eficaces en el momento.
El dolor no es debido a la acción directa de los virus, sino a sustancias –bradiquina y prostaglandina E2– liberadas por las células del sistema inmunitario –macrófagos– que están luchando contra ellos. Estas sustancias estimulan las terminaciones nerviosas y producen el dolor.
Cómo actúa el frío
El profesor Ron Eccles, que fue director de un centro de investigación especializado en el resfriado común de la Universidad de Cardiff (Reino Unido), explica que el frío puede ser un buen tratamiento porque reduce la temperatura de los tejidos inflamados y tiene un efecto inhibitorio sobre la transmisión de las señales del dolor desde las terminaciones nerviosas. Este efecto analgésico está relacionado con la activación del denominado Receptor de Potencial Transitorio Melastina tipo 8.
Por tanto, aplicar frío cuando nos duele la garganta es tan lógico como ponernos una bolsa de hielo cuando nos acabamos de dar un golpe.
Sin embargo, podría ser una mejor idea tomar una bebida caliente…
Cómo actúa el calor
Beber, en general promueve la salivación y lubrica la garganta. Pero si además la bebida está caliente la salivación es mayor y el impacto sensorial del calor produce un confort que hace el dolor menos molesto. Este confort es subjetivo, pero puede estar relacionado con un aumento de los niveles de endorfinas –sustancias opioides endógenas– en las zonas cerebrales del dolor.
Y si la bebida es dulce, el efecto es aún mayor, según ha comprobado el profesor Eccles en estudios con personas.
Así que al final el mejor remedio es la taza de té caliente con un poco de miel o sirope.
¿Qué más se puede hacer para prevenir y tratar el resfriado?
Los adultos sufren entre dos y cinco resfriados comunes al año, y los niños entre siete y diez. Aunque la medicina no ha encontrado la manera de eliminar los virus, el sistema inmunitario sí sabe hacerlo y podemos ayudarle a llevar a cabo su tarea con éxito, lo que evitará la aparición de complicaciones.
La equinácea es un remedio eficaz para prevenir los resfriados y reducir la intensidad de los síntomas. El profesor Ron Eccles lo ha comprobado en un estudio realizado con 750 pacientes. Se debe tomar en cuanto se sienten los primeros síntomas, hasta cinco veces al día, en forma de infusión, en cápsulas o en tintura. Como medida preventiva se toma dos o tres veces al día.
Exponer la cara y los brazos al sol del mediodía durante un mínimo de 15 minutos permite sintetizar en la piel la vitamina D necesaria para el buen funcionamiento de las defensas. Si te pasas el día sin ver el sol, puedes tomar un suplemento de vitamina D3.
Mantener la mucosa nasal limpia e hidratada haciendo lavados nasales con nebulizadores de agua marina isotónica es otra medida eficaz. Si el ambiente interior es demasiado seco podemos recurrir a un humidificador mediante ultrasonidos, donde podemos diluir unas cuantas gotas de aceite esencial de eucalipto o tomillo, que poseen propiedades antisépticas.
Descansar, dormir y mantener el estrés bajo control es imprescindible para la fortaleza del sistema inmunitario. Si contraes el resfriado, el descanso es especialmente importante.
Y no te olvides de los hábitos higiénicos: evita tocar con los dedos desnudos las manetas de los puertas o los botones de los ascensores y, sobre todo, tocarte luego la cara y los ojos. Al llegar a casa lávate las manos.