Lo hacemos todo con prisas, desde que nos levantamos hasta que vamos a la cama. Ni siquiera paramos para comer. Nos tomamos el café de pie por la mañana y almorzamos frente al ordenador en cinco minutos. La opción de comer más o menos deprisa en ocasiones no es solo cuestión de falta de tiempo, sino de hábito. Algo que acaba pasándonos factura.
Una de las más comunes: el aumento de peso. Las señales químicas que el estómago envía al cerebro para informarle de que se ha consumido la cantidad suficiente de alimentos suponen un intervalo de tiempo a tener en cuenta para aminorar el ritmo al que se ingiere.
Así lo confirma un nuevo estudio de la Universidad de Hiroshima en Japón, que tras analizar a más de 1.000 personas de mediana edad descubrió que aquellos que comían rápidamente tenían 5,5 más probabilidades de desarrollar síndrome metabólico (SM) que aquellos que lo hacían despacio. El SM es un conjunto de enfermedades que aumentan el riesgo cardiovascular, como niveles altos de glucosa, tensión arterial, triglicéridos en niveles elevados, HDL bajo (también llamado colesterol bueno) u obesidad abdominal.
El doctor Takayuki Yamaji, autor del estudio, aseguró que "comer más despacio puede ser un cambio de estilo de vida crucial para ayudar a prevenir este síndrome", recoge 'The Daily Mail'. Durante el período de estudio de cinco años, su equipo descubrió que el 11,6% de aquellos que comían rápido desarrollaron la enfermedad. Un dato que contrarta con el 6,5% de los que ingiereron a una velocidad normal, y con el 2,3% de los lo que lo hicieron lentamente.
"Cuando las personas ingieren rápido tienden a no sentirse saciadas, por lo que es más probable que coman en exceso. Además, produce una mayor fluctuación de la glucosa, lo que puede conducir a desarrollar resistencia a la misma", aseguró Yamaji.
Alimentación 'mindfulness'
Un estudio previo, realizado por expertos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, descubrió que "comer a conciencia", saborear cada bocado y concentrarse en el sabor ayudó a las personas a perder seis veces más peso que a aquellos que ingierieron rápido o a velocidad normal. Los investigadores recomendaron a las personas que eliminasen todas las distracciones una vez sentados a la mesa, incluso apagar la televisión a la hora de la cena y no almorzar en el escritorio.
Descubrieron que las personas con sobrepeso que siguieron el mantra de la "alimentación consciente" perdieron 1,9 kg de media en 15 semanas, en comparación con otros que perdieron solo 0,3 kg.
Al respecto, Enrique Escauriaza, especialista en el método de alimentación consciente, socio de Atrévete a comer y uno de los principales promotores del 'mindful eating' en España, asegura que no solo comemos de forma rutinaria sin disfrutar el momento, sino que además engullimos sin pensar: “Si te preguntan por la tarde qué has comido por la mañana tienes que pararte a pensarlo porque, en realidad, te has alimentado de forma inconsciente”.
Aunque la alimentación consciente surgió en entornos budistas, Escauriaza puntualiza que, al menos el método que él promulga, no tiene componentes religiosos, ni monacales. Su regla de oro es simple: “Come lo que quieras, pero solo si tienes hambre”. Para lograr esto hay que dejar de centrarse en cúando lo hacemos o qué ingerimos, y empezar a fijarse en para qué comemos.
Consejos para una alimentación consciente
Si quieres aprender a comer de una forma consciente, sigue las siguientes indicacioens:
1. Cada vez que comes, pregúntate para qué vas a comer
Si la respuesta es que te aburres o quieres descansar, no lo hagas. Trata de resolver esos problemas de otra forma.
2. Si te entra hambre, primero bebe agua
En ocasiones no sabemos distinguir entre el hambre y la sed, y acabamos comiendo cuando deberíamos estar bebiendo. Si te entra hambre prueba antes a beber un vaso de agua, en ocasiones esta desaparece.
3. Saborea
Come de todo, disfrutando lo que puedas, como si fuese alta gastronomía.
4. Entre bocado y bocado deja el tenedor en la mesa
Es un hábito que debes trabajar. Cada vez que masticas debes concentrarte en la comida, no en pinchar un nuevo bocado. Si cuando estás comiendo el tenedor no está sobre la mesa es que estás haciéndolo mal.
5. Come en un sitio concreto y agradable
Prepara la mesa en una zona tranquila, siéntate a comer y céntrate en ello. Recupera el rito de la comida. No comas nunca en el sofá ni viendo la tele.