México, 19 oct (EFE).- El aceite de marihuana, al contener cannabidiol (CBD), es un auxilio contra los efectos adversos de la quimioterapia en pacientes con cáncer de mama, explicó hoy a Efe José Manuel de la Fuente, médico pionero en el uso de cannabis medicinal en México.
"Hay gente que generalmente presenta náuseas, vómitos, dolores de cabeza, una serie de condiciones que hemos visto que si, además de su tratamiento, están tomando el cannabidiol, el proceso es mucho más sencillo", contó el especialista.
Con motivo del Día Mundial del Cáncer de Mama, el doctor expresó que el aceite puede ayudar a la hora de impedir que las personas abandonen el agresivo tratamiento de la quimioterapia.
"Aunque han mejorado mucho los tratamientos con quimioterapia, sigue habiendo muchos efectos secundarios", aseguró, apelando después a "promover el apego al tratamiento".
El médico considero importante aclarar que el CBD no presenta efectos psicotrópicos, siendo el tetrahidrocannabinol (THC), el otro cannabinoide presente en la planta el que, en este caso, sí alberga estas propiedades.
El otro uso del aceite es el de hacer más llevaderos los últimos compases de la enfermedad, cuando esta ya ha hecho metástasis y vencerla resulta imposible.
En estos casos, el cannabidiol resulta ser un analgésico importante debido a sus efectos relajantes.
"Si ya no pudimos hacer más por el paciente, por lo menos podemos darle calidad de vida al final de sus días", expresó el médico, conocido por tratar a Graciela Elizalde Benavides, una niña mexicana que sufre del Síndrome de Lennox-Gastaut (LGS) y que hizo historia en el país cuando un juez le concedió un amparo para que sus padres importaran una medicina con cannabidiol.
Asimismo, De la Fuente, pese a enaltecer los efectos de este aceite -cuya aplicación es mediante la ingesta- apeló a la detección temprana y a la autoexploración como principales medidas para detener el cáncer de mama.
Según la Organización Mundial de la Salud, el cáncer de mama es el que más muertes causa en el mundo, y en México afecta principalmente a mujeres de entre 45 y 65 años, pero se ha comenzado a detectar en personas con edades entre 20 y 25 años.
La enfermedad la padecen 3 de cada 10 personas en el mundo y se estima que 1 de cada 8 mujeres desarrollarán la enfermedad durante su vida.