A simple vista, las chinches de cama no parecen las candidatas ideales para dominar el planeta. No pueden volar, saltar o nadar. En cambio, pueden sobrevivir solo alimentándose de sangre. Estos parásitos de la familia de los artrópodos están experimentando lo que los científicos llaman una rápida expansión gobal, conquistando nuevos territorios y creciendo en número y tipo. Según un reciente estudio, su gran capacidad de conquistar terreno es posible, en parte, gracias a un inusual sistema de transporte: la ropa sucia.
Las chinches de cama se sienten atraídas por el olor de los humanos, incluido el de sus prendas usadas. Aunque no se les cree capaces de transmitir enfermedades, estos insectos, llamadas por su nombre científico como Cimex lectularius, pueden dejar tras de sí pequeñas mordeduras, que pueden ser las responsables de reacciones alérgicas.
Aunque a mediados del siglo XX las plagas habían sido en gran parte erradicadas de grandes partes del mundo desarrollado, las prohibiciones de los pesticidas en los años noventa, junto con los viajes aéreos baratos, han permitido que los insectos volvieran.
A diferencia de las garrapatas o los piojos, las chinches no son viajeras: rara vez dejan las camas y sofás donde se alimentan. Entonces, ¿cómo son capaces de llegar a los aviones?
La explicación más sencilla y probable para los científicos parece el traslado en la ropa de los pasajeros. "Esto me llevó a cuestionarme por qué se sienten tan atraídas por las prendas y el olor humanos", explica William Hentley, entomólogo de la Universidad de Sheffield y autor principal del estudio.
Para comprobar la hipótesis de que estos insectos, efectivamente, hacían una especie de autostop entre la ropa sucia y el equipaje, Hentley y su equipo estudió el nivel de atracción de las chinches hacia los olores de la ropa sucia. Colocaron una caja llena de chicnches en medio de una habitación y situaron otras dos bolsas de algodón a disntancias iguales respecto a los insectos; una de ellas contenía ropa limpia y, la otra, prendas usadas, como calcetines sucios y camisetas recogidas de voluntarios. Los insectos se liberaron por todo el espacio de la habitación durante 96 horas.
Al final del experimento, el doble de insectos invadió la ropa sucia que los que acudieron a las prendas sin usar, tal como se explica en un documento publicado en la revista Scientific Reports. Los resultados concuerdan con estudios previos que mostraron que las chinches puede oler más de cien componentes procedentes de la piel humana, muchos de los cuales se quedan impregnados fácilmente en la ropa que se usa a diario, tal como describen los expertos.
Los científicos también comprobaron si los incrementos de dióxido de carbono, que son señal de una pontencial fuente de alimentación cercana, hacían a las chinches más predispuestas a acudir al encuentro de la ropa sucia, y olorosa. Cuando este gas se añadió a la habitación, pareció que incrementaba la tendencia de los insectos a moverse, pero no les hizo sentirse más atraídos hacia la ropa sucia que en el momento inicial.
¿Qué podemos hacer para mantener a los parásitos alejados?
Para evitar que estos parásitos de seis patas invadan nuestro equipaje cuando viajamos, los investigadores recomiendan algo muy simple: colocar las maletas en alto, dado que las chinches no pueden saltar o escalar. Si no hay posibilidad de colocarlas en alto, se recomienda mantener la ropa usada en una bolsa hermética, lo cual debería ayudar a enmascarar el olor.
Pero lo más importante es mantener el equipaje alejado de las camas. Otra opción, según los investigadores es colocar la bolsa de ropa sucia junto a la calefacción alta. "El calor es el talón de Aquiles de las chinches de cama", aseguran.