La insuficiencia cardíaca (IC) es un cuadro clínico caracterizado por el fallo del corazón para suministrarle al resto del organismo la cantidad de sangre necesaria para el normal funcionamiento de todos sus órganos.
Como consecuencia, los pacientes con IC presentan de forma súbita o a lo largo de días, semanas o meses un cuadro clínico caracterizado por sensación de dificultad para respirar, cansancio e hinchazón en los tobillos y las piernas entre otros síntomas.
A medida que la IC progresa, el riesgo de que se produzcan descompensaciones agudas que requieren ingreso hospitalario urgente aumenta y la calidad de vida de los pacientes se deteriora considerablemente. La disminución de la incidencia de la IC pasa por la prevención de las enfermedades cardiovasculares controlando los factores de riesgo. Si bien en las últimas décadas se han logrado avances notables en el control de la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia y el tabaquismo, aún es mucho lo que queda por hacer para el control de la obesidad y la diabetes, que se asocian de manera creciente con la insuficiencia cardíaca, especialmente con la denominada IC con fracción de eyección preservada.
Por otra parte, el desarrollo de las unidades de IC mediante la colaboración de la cardiología y la atención primaria para sistematizar el diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento clínico de los pacientes ha supuesto un gran avance en la mejora asistencial.
Es necesario que la sociedad en su conjunto asuma la relevancia sanitaria, social y económica de la insuficiencia cardíaca y del conjunto de las enfermedades cardiovasculares, como ha asumido la relevancia del cáncer o enfermedades neurodegenerativas. Cabe mencionar que la mortalidad de la IC a los 5 años del diagnóstico es tan elevada como el de la mayoría de los tipos de cáncer, así lo informa el portal web La Prensa Gráfica.