Un varón de unos 30 años y en buen estado de salud, falleció en una clínica de Suecia mientras se sometía a una intervención para alargar el pene. Ahora, un informe publicado en Journal of Forensic Sciences, ha explicado las causas de este trágico suceso.
Este tipo de intervenciones consisten en utilizar grasa de otras partes del cuerpo, para inocularla en el miembro viril con el fin de hacerlo unos centímetros más largo. El problema en este caso fue que partículas de esa grasa pasaron al torrente sanguíneo, y acabaron llegando al corazón y a los pulmones del paciente. Y la consecuencia fue que sus corazón empezó a acelerarse y sus extremidades se volvieron azules. El varón terminó sufriendo una parada cardiorrespiratoria que causó su muerte.
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Según los autores del estudio, este ha sido el primer caso conocido. Ha habido otros pacientes que también habían fallecido por culpa de que la grasa se introdujese en la sangre, pero había sido en otro tipo de operaciones, nunca durante una intervención de alargamiento de pene.
Los especialistas aseguran que este tipo de operaciones son cada vez más seguras, aunque eso no implica que esten libres de riesgos. El más habitual es que el pene pueda infectarse y acabe sufriendo una deformación. Existe, por ejemplo, un estudio médico publicado en 1995 por la US National Library of Medicine National Institutes of Health que describe como una infección en los injertos de grasa provocaron que el pene del paciente adquiriera una forma parecida a la de un champiñón.
Aunque uno de los riesgos menos conocidos es el que el médico británico Kevan Wylie comentó en un artículo publicado en 2016: la pérdida del ángulo de erección natural del pene. Según el especialista, los penes alargados raramente mantienen su ángulo de erección, lo que puede provocar que mantener relaciones sexuales sea más costoso e incómodo.