Hasta hace poco, el aceite de coco era otro alimento de moda vinculado con la salud, una suerte de superalimento al que todo el mundo convenía. Una reputación que, sin embargo, empezó a flaquear hace unos días debido a un informe de la American Heart Association que revisaba los daños para la salud de las grasas saturadas y que instaba a reducir su consumo.
¿Qué tenía esto que ver con el aceite de coco? Pues que éste se incluyó en la lista de aliementos con grasas insalubres. El aceite de coco tiene más grasa saturada que la mantequilla o manteca de cerdo, tal y como señaló un estudio, y otros estudios han demostrado que aumenta el colesterol.
La cuestión es que estos efectos ya se conocían, solo que ahora se han confirmado. Lo que no parece influir en la opinión pública sobre el aceite de coco, pues siete de cada diez estadounidenses considera el aceite de coco como un alimento saludable.
Pero ¿cómo es posible entonces que el aceite de coco haya adquirido tal rango de alimento saludable? La respuesta se remonta en parte al trabajo de Marie-Pierre St-Onge, profesor de nutrición en la Universidad de Columbia. Dos artículos publicados por el grupo de St-Onge en 2003 mostraron que comer y cocinar con ácidos grasos como los que se encuentran en el aceite de coco puede ayudar a los adultos adultos a quemar grasa.
Los participantes del estudio comieron comidas especialmente preparadas ricas en ácidos grasos de este tipo durante cuatro semanas. Los datos metabólicos demostraron que los ácidos grasos reducían sus niveles totales de grasa y ayudaban a quemar energía. Pero el aceite de coco solo constituye el 14 por ciento de ácidos grasos de este tipo. Los participantes en sus estudios recibieron 100 por ciento de ácidos grasos, una mezcla hecha a medida.
Aún así, en años posteriores, la investigación ha sido aprovechada por los vendedores de alimentos saludables. El propio autor de los estudios mencionados se desmarcó de la interpretación torticera de los mismos, aduciendo que él no había hecho un estudio de aceite de coco, sino de ácidos grasos de cadena media.
También hay estudios que sugieren que la grasa del aceite de coco en realidad ayuda a controlar el colesterol. Y esto es cierto, pero hay alternativas como el aceite de oliva y el aceite de soja, que son principalmente grasas no saturadas, reducen el colesterol mal y aumentan el colesterol bueno, lo que los convierte en opciones más saludable para el colesterol que el aceite de coco.
En resumidas cuentas, el aceite de coco no es un milagro, los estudios que sugieren beneficios distan de ser concluyentes, y las cosas buenas que aporta son inferiores a las que aportan otros alimentos similares que no tienen el marchamo de nuevo, cool o exótico. Básicamente lo mismo que sucede con muchos alimentos que se han puesto de moda, como el azúcar moreno y otros.