Especialistas franceses en neurofisiología han logrado demostrar que características individuales de la conducta humana tales como la pereza, la prudencia o la impaciencia, son realmente ‘contagiosas’, según informa una publicación de la revista ‘PLoS Computational Biology’.
En los últimos tiempos, los investigadores han descubierto que las personas y varias especies animales son propensas a bostezar, rascarse o repetir de manera inconsciente sentimientos de los demás, si en su entorno otros lo hacen o lo sienten. En los cerebros de los ratones precisamente han hallado una región que es la que ocasiona ese contagio. Esto significa que la imitación de algunos gestos y emociones es un comportamiento mucho más complejo de lo que estimaba en los círculos académicos.
La investigación
Devaine y Jean Daunizeau, dos científicos del Instituto del Cerebro y de la Médula Espinal de París (ICM), prepararon un experimento el cual estuvo integrado por 56 participantes voluntarios. Ellos debían tomar una serie de decisiones durante un juego de economía.
A los participantes les mostraron cómo sus predecesores actuaban en el juego. Los predecesores realmente no eran personas, sino un software de inteligencia artificial aplicado al juego que estratégicamente se basaba en distintos niveles de pereza, impaciencia y prudencia. Los investigadores encontraron que la estrategia de juego que fue revelada a los voluntarios influyó directamente en su propia manera de tomar decisiones, así lo indica Grandes Medios.
De acuerdo a la opinión de los expertos franceses, la causa de este fenómeno puede establecerse en la capacidad de las personas de ponerse en el lugar de otras para intentar resolver sus motivos y deseos. Los neurofisiólogos están convencidos de que este fenómeno también puede influir (en ambas direcciones, como si se tratase de un espejo) en algunos trastornos mentales como el autismo y la esquizofrenia.