Entre las patologías cuya mayor prevalencia ocurre en las mujeres, la infección urinaria es una de las más comunes. La magnitud de alcance es tal que, según estudios recientes, en la actualidad, la padece el 10% del total de la población femenina mundial. Y aproximadamente, el 70% de ellas habrá de sufrir al menos un episodio a lo largo de su vida; mientras que la recurrencia marca que el 25% repetirá el episodio dentro de los 6 meses.
La cistitis se define como una inflamación aguda de la vejiga que provoca polaquiuria (la necesidad de orinar con demasiada frecuencia). Sobre ese terreno ya inflamado, hay además un componente de tipo infectológico, debido a que genera ardor, dolor, sangrado e inclusive síntomas más agudos. Aunque son muchas las bacterias susceptibles de producir algún tipo de infección urinaria, la mayormente conocida como Escherichia Coli es la responsable de más del 85% de los casos.
Pero además hay otros factores que inducen a la infección. En las jóvenes sexualmente activas (rango estimado de entre 20 a 45 años) hay algunos hábitos que agregan más inconvenientes, como tomar poco líquido, ir al baño con poca frecuencia, utilizar apósitos para el mal olor y usar ropa ajustada o de nylon. Como contraparte, en la etapa menopáusica, se produce una sequedad en la zona vaginal que puede predisponer más a las infecciones, lo mismo que el residuo post miccional (cuando la vejiga no termina de vaciarse en forma completa).
El estilo y los hábitos de vida también son de importancia. Hay ciertas profesiones o empleos, por ejemplo como ocurre con las oficinistas, docentes o cajeras de supermercados, en las que la misma actividad les impide ir al baño con la frecuencia necesaria, por lo que tienden a retener orina, incrementando así la propensión. Y con solo permanecer inmóvil por un largo periodo de tiempo, ya ocurre un efecto en el tracto urinario.
¿Por qué son más susceptibles las mujeres? El principal motivo es que la uretra en el sexo femenino está más cerca del ano. La vagina es una zona más amplia y húmeda, lo que permite que las bacterias que van a ser expulsadas con las heces y otros microorganismos accedan y proliferen con mayor facilidad. Además, las mujeres son más susceptibles de contraer infecciones después del acto sexual.
"Más del 90% de las infecciones se produce por gérmenes intestinales, entonces esa cercanía favorece, casi estimula el pasaje de los citados gérmenes hacia la vejiga. La típica cistitis inflamatoria puede darse tanto en el hombre como en la mujer, en reacción al estrés, el frío, la ingesta de picantes o fritos, o la presencia de colon irritable; ahora, la anotomía de la mujer, como señalamos, presenta dificultades especiales, que llevan casi siempre a infecciones", clarifica Daniel Ekizian (MN 74735), especialista en Urología del Instituto de Rehabilitación Psicofísica (IREP).
Normalmente, los primeros síntomas de alarma son necesidad urgente y frecuente de orinar, picazón o quemazón en la uretra al orinar, enrojecimiento de la vulva y picor vaginal, dolor al orinar y en las relaciones sexuales, color turbio de la orina. Si los síntomas se agravan, pueden aparecer fiebre, escalofríos y vómitos. En cualquier caso, los especialistas señalan la importancia de acudir al médico al más mínimo indicio.
Expertos recomiendan la ingesta de abundante líquido como también evitar la retención de los mismos. Un alto porcentaje de mujeres acostumbran a retener la orina varias veces al día debido a que no suelen ir a cualquier baño. Por costumbres sociales, se piensa que al sentarse para orinar estamos expuestos a contagiarnos cualquier tipo de enfermedad. "La piel es el órgano que mayor protección posee, a menos que tengamos una herida que permita el ingreso de bacterias, la posibilidad de contagio es mínima. Por supuesto siempre hablamos de baños correctamente higienizados. Es sumamente importante intentar ir al baño por lo menos cada 2 o 3 horas al día", afirmó a Infobae el doctor Juan Carlos Tejerizo, médico urólogo y vicedirector del Hospital Italiano (MP.64828).
Para el tratamiento empírico de las Cistitis e infecciones no complicadas en mujeres, la Fosfomicina Trometamol se convirtió, desde su recomendación en las Guías Internacionales a partir del Año 2015, en el antibiótico de primera elección. Con la ingesta de un solo sobre, conteniendo un polvo granulado que se disuelve en agua, se mantiene niveles urinarios activos frente a la Escherichia coli durante 72 horas.
Entre las ventajas que otorga, facilita el seguimiento de la terapia y no produce efectos secundarios como puede suceder con los antibióticos convencionales, que por su frecuencia derivan en alteraciones en el sueño y en ocasiones causan dolores estomacales y diarreas. Para el urólogo Daniel Varcasia (MN 66.692), Coordinador de Infecciones Urinarias de la SAU (Sociedad Argentina de Urología), "la aparición de Fosfomicina Trometamol tiene una muy buena respuesta a nivel mundial, superior al 97%, lo que quiere decir que sólo 3 pacientes sobre 100 tendrían resistencia".