El 15 de mayo, la tejana Kelly Rose Joniec hizo una publicación desesperada en Facebook: la placa de su hija que muestra con nitidez el fidget spinner incrustado en la garganta. La niña de 10 años intentaba limpiar el juguete con la boca hasta que uno de los aros metálicos se desprendió y terminó en su organismo. Se había puesto roja y le salía espuma por la boca, contó su madre.
Es el juguete del momento pese a que se inventó hace 20 años como potenciador de la concentración de los niños autistas. Desde Estados Unidos, donde buscan soluciones para erradicarlos de las aulas, se difundió hasta gran parte del mundo.
En el país, la problemática recrudece ya que ninguno de los spinners que se comercializa superó la normativa imperante. "Lo que tenemos hoy en Argentina del spinner es contrabando, fabricación casera que se produce a través de impresoras 3D o hechos en algunas fábricas que inyectan plástico con la misma matriz y le insertan los rulemanes. Ninguna de las tres pasó un control oficial. Todo lo que hay es trucho", alertó a Infobae Matías Furió, presidente de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete.
Según Infobae, desde la propia Cámara emitieron un comunicado en el que se recomienda a los padres prestar atención a consejos de seguridad. Verificar que el producto cuente con su correspondiente identificación de juguete seguro, con la etiqueta indicando la edad sugerida, el nombre del fabricante y/o del importador.
Los spinners son juguetes básicos: plástico y rulemanes en forma de trébol de tres hojas; el agujero interior se utiliza para maniobrar. Sin la seguridad necesaria, sin embargo, pueden implicar un riesgo para los chicos. "El plástico tiene que ser uno determinado para niños. Los rulemanes, también. Es decir, estar bloqueados y que no desprendan pelotitas ni se despeguen del plástico. Una de esas bolitas puede terminar en el ojo de un chico", remarcó Furió.
Dentro del mercado ilegal argentino, hay distintos modelos de spinners. Uno de ellos incluye luces, por lo cual también lleva pilas. Pilas que un niño puede extraer con facilidad y que dentro sí contienen metales pesados y sustancias químicas como mercurio, cadmio, litio y plomo. "Los chicos juegan y lo hacen girar hasta encima de la lengua. Se desprende un ruleman y automáticamente termina en el organismo. Incluso, el plomo es cancerígeno", dijo el presidente de la Cámara.
Cada juguete debe contener en su packaging información concerniente a su utilización: edad permitida, qué tipo de uso se le puede brindar, si debe ser en compañía de un adulto o no. "Seguro que es para más de 3 años porque contiene partes pequeñas, pero para saberlo con precisión debe pasar por un proceso exhaustivo en un laboratorio", aclaró.
Según Furió, en Argentina, el spinner -con todas las indicaciones necesarias para su uso seguro- comenzará a verse en las jugueterías dentro de 15 o 20 días.