Cualquiera que sufra de migrañas sabe lo molestas e incapacitantes que resulta. Pero, seguramente, muy poca gente sepas que una de las causas que puede desatar esos tremendas cefaleas, son los edificios que le rodean.
Una investigación realizada por la Universidad de Exeter, ha puesto de manifiesto que al cerebro humano le resulta muy complejo asimilar los patrones artificiales de la arquitectura urbana. Según los autores del estudio, nuestra mente está diseñada para procesar eficazmente todo lo relacionado con la naturaleza, pero todavía no se ha adaptado a los cambios introducidos por el ser humano en ese entorno. Y, por eso, le cuesta tanto trabajo asimilarlos.
Los investigadores midieron cuanto oxígeno consumía el cerebro cuando procesaba imágenes de escenas naturales y otras de entornos urbanos. Y el resultado fue que el aumento en la cantidad de oxígeno requerida para el segundo caso, era realmente espectacular. Dado que los dolores de cabeza se asocian entre otros factores con un elevado consumo de oxígeno, eso explicaba que la visión de los edificios pudiera provocarle migrañas a ciertas personas.
Y no es el único estudio que punta en esa línea. Otro, realizado recientemente por el University Medical Center de Utrecht, en Holanda, reveló que las imágenes con patrones a rayas, también provocan migrañas y dolores de cabeza en algunas personas. En este caso, se comprobó que la visión de dichas imágenes causaba un aumento de las oscilaciones gammas del cerebro, que suelen vincularse con la ansiedad y los ataques de epilepsia.
La migraña se produce a consecuencia de la activación del nervio trigémino del cerebro, que está conectado los vasos sanguíneos de las meninges. Cuando estas se irritan o inflaman, provocan una sensación de dolor que se transmite a través de dicho nervio, causando ese característico dolor de cabeza.
Las causas finales de por qué se producen las migrañas aún se desconocen, aunque si se sabe que influyen numerosos factores que las favorecen. Desde los genéticos, a la acción de diversos alimentos que pueden estimularlas (como la cafeína o el chocolate), sin descartar tampoco factores medioambientales.