Besar es una práctica habitual entre los humanos y algunas especies animales, como los chimpancés o elefantes, que puede ser un “buena” y “saludable” costumbre para quemar calorías, tener un cutis más terso, mejorar la salud cardiovascular o el estimular el humor.
Según asegura la doctora Gemma Ramón, una sesión de besos apasionados puede quemar “hasta 13 calorías”, no sólo por el movimiento, sino por las “emociones” que se desprenden, que pueden “acelerar” el pulso hasta de 70 a 140 pulsaciones por minuto, dependiendo del tipo de ósculo, con lo que besar se convierte en un “entrenamiento”, más divertido y menos extenuante, para acelerar el metabolismo.
“La reacción del organismo dependerá del contexto y de la persona a la que se bese”, explica Ramón, quien asegura que un beso apasionado “acelera” las pulsaciones y “aumenta” el ritmo cardíaco, mientras que un beso afectivo “relaja”, de forma generalizada, el organismo.
Asimismo, esta tierna muestra de afecto puede considerarse un verdadero elixir antienvejecimiento, ya que ejercita “30 músculos faciales” y “activa” el riego sanguíneo del rostro, lo que se traduce en un cutis más “firme, suave y joven”.
Besar es todo un tratamiento estético anacrónico y gratuito que permite lucir mejor por fuera, pero también, estar más sano por dentro.
“Besar ayuda a mitigar el dolor, refuerza el sistema inmunitario o libera endorfinas” explica la psicóloga Marina Sangonzalo, pues, como asegura la psicóloga del Hospital Quirónsalud de Valencia, Marina Sangonzalo; “besar ayuda a mitigar el dolor, refuerza el sistema inmunitario o libera endorfinas y hormonas como la dopamina y la oxitocina, ligadas a la felicidad”.
Un arte en sí mismo, ya que permite expresar sentimientos, emociones o pasiones, con el que también se “estimula” la liberación de hormonas como la serotonina, la dopamina o la oxitocina, unas sustancias que mejoran el ánimo y funcionan como una “píldora antiestrés” que “relaja y revitaliza”, de forma natural, el cuerpo y la mente.
“Cuando recibimos o damos un beso se desata una tormenta bioquímica en nuestro interior que nos provoca sentimientos de confort o seguridad y nos hace sentir queridos”, explica Sangonzalo, quien asegura que es “fundamental” cuidar esta muestra de afecto en las relaciones sociales y, sobre todo, con los niños, ya que los que crecen sin este tipo cariño son más “inseguros”.
Los besos desatan un vendaval de “calma y paz” que también hace al sistema inmunitario “más fuerte”, pues a través de este tipo de carantoña, que pueden ir desde un contacto fugaz, como un roce inesperado, hasta una fusión de dos cuerpos por medio de los labios, se puede “aumentar” los latidos del corazón de forma saludable, “disminuir” la presión sanguínea o “dilatar” los vasos sanguíneos, algo que consigue que la sangre fluya mejor y llegue a todos los órganos vitales.