No, no es una idea descabellada. Si alguna vez has pensado que el matrimonio engorda, tienes razón. Diferentes estudios han concluido que cuando mantenemos una relación de pareja estable y feliz nos exponemos a un riesgo mayor de ganar peso.
Investigadores de la Universidad de Queensland, en Australia, dieron seguimiento durante 10 años a 6.458 mujeres. Descubrieron que las mujeres de entre los 20 y 30 años de edad, sin hijos, que estaban casadas o vivían de forma estable con su pareja, habían ganado más peso que las solteras. Al parecer, las relaciones estables y felices hacían que ganaran una media de 7 kilos, un 30% más en comparación con las solteras. Algunas incluso llegaban a ganar una media de 1,8 kilos más por año.
Sin embargo, las mujeres no son las únicas que engordan en las relaciones de pareja estables. Otro estudio realizado en la Southern Methodist University, en Dallas, le dio seguimiento a 169 parejas recién casadas durante un periodo de cuatro años y llegó a las mismas conclusiones: tanto las mujeres como los hombres ganaron peso. Otra investigación llevada a cabo en la Universidad de Nueva York tampoco encontró diferencias significativas entre hombres y mujeres respecto al aumento de peso cuando mantenían una relación de pareja.
De hecho, estos investigadores coinciden en que son precisamente las relaciones más satisfactorias y felices las que promueven un mayor aumento de peso porque los problemas en la pareja y la cercanía de un divorcio en el horizonte suelen dar pie a una pérdida de peso.
¿Por qué el amor engorda?
Según Rincón Psicología, las razones detrás de este aumento de peso son varias. Los investigadores apuntan que en muchos casos se debe a que las personas se adaptan a los hábitos de vida del otro, que no siempre son más saludables.
En el caso de las mujeres, se ha apreciado que tienden a comer más alimentos ricos en grasa y azúcares, desarrollando una distorsión del tamaño de las porciones que las lleva a comer lo mismo que sus parejas, sin darse cuenta de que las necesidades calóricas de los hombres no son las mismas que las suyas. De hecho, algunas de las mujeres encuestadas reconocieron que comían la misma cantidad que sus parejas o incluso más.
También se apreció que las parejas suelen dedicar más tiempo y esfuerzo a la preparación de las comidas. Si vivimos solos es más probable que nos saltemos alguna comida o que piquemos algo rápido pero al vivir en pareja preparamos cenas más copiosas, con postre y alcohol incluidos. En la vida en pareja, la comida comienza a desempeñar un papel más importante ya que también es el momento para estar en compañía.
Por otra parte, es normal que en una relación se quiera pasar más tiempo con el otro, lo cual puede hacer que algunas personas abandonen o descuiden la práctica de ejercicio físico y abracen un estilo de vida menos activo. Cuando cambian las prioridades, se dedica menos tiempo al cuidado personal.
De hecho, los investigadores apreciaron que las parejas que engordan suelen seguir un patrón: después del periodo de citas, en el que ambos frecuentan bares y restaurantes, cuando la relación se afianza y se van a vivir juntos, suelen organizar grandes cenas y pasan más fines de semana en casa, viendo películas y comiendo palomitas o helado en el sofá. Obviamente, este patrón pasivo es clave para el aumento de peso.
Sin embargo, el incremento de peso no se debe únicamente al cambio en el estilo de vida y los hábitos alimenticios, también influye la sensación de relajación. Después del cortejo, cuando tenemos una relación sólida, nos sentimos más apoyados, seguros, confiados y relajados, por lo que al disminuir el estrés y la tensión, el apetito puede aumentar.
Como colofón, se debe aclarar que estos resultados solo reflejan una tendencia general, muchas personas continúan cuidando su estilo de vida aunque se involucren en una relación de pareja. De hecho, para algunos puede ser muy positivo ya que el influjo del otro puede animarle a practicar más actividad física y comer más sano.