La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió hoy un código ético que debe guiar la atención que se presta a las personas con tuberculosis, reducir el estigma y discriminación que sufren y poner de lado prácticas como el aislamiento involuntario del enfermo, salvo en casos excepcionales.
Con esta nueva guía ética, la OMS ha querido conmemorar el Día Mundial contra la Tuberculosis que se celebrará este viernes e intentar ofrecer un marco de protección internacional para quienes sufren de esta enfermedad, que por lo general son los más desposeídos en las sociedades.
La tuberculosis es la enfermedad infecciosa más letal, con más de 10 millones de nuevos casos y 1,8 millones de muertes al año (o 5.000 cada día), por encima de las víctimas mortales que causan el sida o la malaria.
Entre los conflictos éticos que surgen frente a este mal figura el aislamiento de enfermos, con un número limitado de casos registrados en distintos países, en particular cuando éstos se niegan a recibir atención sanitaria.
Las causas de ese rechazo suelen estar relacionadas con las dificultades del tratamiento, sea por su duración (entre seis meses y dos años), la toxicidad de los medicamentos y el gasto que todo esto puede engendrar en entornos que habitualmente ya padecen de pobreza y exclusión.
En una rueda de prensa, el especialista del Programa Global para la Tuberculosis de la OMS, Ernesto Jaramillo, explicó que en esos casos se oponen los derechos humanos del enfermo y el riesgo para la salud pública.
Señaló que el aislamiento puede ser utilizado únicamente como último recurso y justificarse solamente cuando todas las alternativas han sido agotadas y bajo ciertas condiciones estrictas.
La guía ética de la OMS recomienda igualmente la forma de tratar a inmigrantes y refugiados, y a prisioneros y niños que sufren tuberculosis, atendiendo a sus circunstancias particulares.
En el caso del primer grupo, se evoca la necesidad de actuar con solidaridad y dar a los inmigrantes acceso a las mismas oportunidades de diagnóstico y tratamiento que al resto de la población.
Asimismo, se enfatiza que un diagnóstico de tuberculosis no justifica bajo ninguna circunstancia una decisión negativa contra inmigrantes o refugiados, y menos ser razón para una deportación.
En relación a los prisioneros grupo de elevado riesgo por las condiciones de hacinamiento, escasa ventilación, ausencia de prevención y pobre alimentación que sufren-, el representante de la sección de ética de la OMS, Andreas Reis, explicó que ofrecerles tratamiento implica pensar en términos de salud pública a largo plazo, por la disminución del riesgo de contagio una vez en libertad.
Un millón de niños en el mundo sufren tuberculosis, pero la baja prioridad que se ha dado a la tuberculosis en este grupo de edad en parte porque no son una de las principales fuentes de trasmisión ha causado que las pruebas de diagnóstico y tratamientos sean limitados para los infantes.
Frente a esta realidad, la OMS considera que "la falta de herramientas de diagnóstico ideales no es una buena razón para negarles atención" y aboga por "consejo psicológico y apoyo material" a las familias.
Otros deberes éticos que promueve la OMS en cuanto a la tuberculosis tiene que ver con la información completa y exacta que se debe proporcionar a cualquier enfermo sobre los riesgos, beneficios y alternativas disponibles, además de ayudarles en lo posible para que cumplan estrictamente su tratamiento.
Los tratamientos interrumpidos son la causa principal de la expansión de las formas de tuberculosis resistentes a los antibióticos existentes, que representan entre el 4 y 5 por ciento de los casos a nivel mundial.
Sobre el dilema de ofrecer un test de diagnóstico de la tuberculosis resistente sabiendo de antemano que el tratamiento correspondiente no está disponible, la OMS considera que es "éticamente permisible".
Ello por cuanto se evita que el enfermo reciba un tratamiento que será ineficaz y se le ayuda a él y a su familia a tomar decisiones y adoptar comportamientos capaces de limitar la infección.