La caja en la que se distribuye el i.Con Smart Condom incluye un aviso de que con su compra estás adquiriendo "el primer condón inteligente del mundo"; su logotipo (un condón recubierto de circuitos) ayuda a reforzar esa impresión.
Una buena estrategia de marketing, pero eso no es del todo correcto: en realidad se trata de un anillo que se coloca sobre el condón de toda la vida y ayuda a su usuario tanto a monitorizar su actividad y rendimiento genital como a detectar algunas enfermedades de transmisión sexual.
Quizá sería más correcto afirmar que se trata del primer wearable para los genitales masculinos, que no es poca cosa.
Y, como buen wearable, el i.Con Smart Condom se sincronizará vía Bluettoth con una app móvil capaz de ofrecernos una amplia gama de visualización de datos. ¿De qué tipo de datos? Obviamente, relativos al órgano en el que se sitúa y al modo en que se usa:
1) Las dimensiones
2) La temperatura de la piel
3) Las calorías quemadas durante el coito
4) El número de relaciones sexuales mantenidas
5) Etcétera (usemos la creatividad).
La compañía fabricante (British Condoms) asegura que la privacidad de estos datos está garantizada… pero que el usuario será libre de compartirlos con sus amistades o con todo Internet, si así lo desea.
Según 20 minutos, el lanzamiento de este dispositivo se anunció por primera vez el pasado mes de julio, encontrándose aún en preventa por casi 60 libras esterlinas. La fecha definitiva de lanzamiento sigue siendo, sin embargo, desconocida porque la compañía se niega a coger el dinero de sus clientes hasta que el producto cuente con todas las autorizaciones preceptivas para su salida al mercado.
Una vez que el wearable llegue a nuestras manos, podremos cargarlo a través de un puerto micro-USB para disfrutar de entre 6 y 8 horas de funcionamiento. E incluirá garantía de un año.