Durante la Sexta Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños – CELAC -Chocaron la visión de la doctrina Monroe contra la visión Bolivariana de la América única, para todos los AMERICANOS y CARIBEÑOS; los del norte, los del centro, los del sur y los del Caribe y no solo la América que se adjudicaron sin preguntar los yanquis expoliadores y colonialistas de toda nuestra historia, llegando al descaro de usurpar el nombre de nuestro Continente para denominar a su país United States of America.
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Siempre hay excepciones. Duque de Colombia, y Piñera de Chile, no aparecieron. Bolsonaro de Brasil sacó a su país de CELAC en 2020. No es novedad. Los tres presidentes son de ultra derecha y peligrosamente clasistas y militaristas. Desentonaron las idioteces que dijeron el oligarca lacayo La Calle, de Uruguay y el neoliberal intrascendente Abdo de Paraguay. El presidente Fernández de Argentina a última hora canceló su participación debido a la crisis interna que él mismo ha generado en su país con su vacilante administración, cuyo reflejo se vio en el revés electoral que sufrió y que, la Vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, le hizo ver con un enérgico llamado de atención y la exigencia de rectificar el rumbo. Le recordó que está en la presidencia de a República por el apoyo de ella y su movimiento Frente de Todos.
No obstante lo anterior, la Cumbre se desarrolló tersamente, fue edificante la presencia e intervenciones del presidente de Cuba Miguel Díaz-Canel, del presidente legítimo e indiscutible de Venezuela Nicolás Maduro y la posición de avanzada, practica y al grano del presidente López Obrador de México. Quedó muy claro que América Latina y el Caribe están en el mejor momento de su historia para construir de forma realista y sin discursos vacíos y demagógicos, la unidad política, social y económica, que es a todas luces, el único camino para dar un paso histórico hacia delante y edificar un futuro mejor para nuestros pueblos.
La Declaración de la Ciudad de México resalta el papel de la CELAC como mecanismo de concertación, unidad y diálogo político que incluye a los 33 países de América Latina y el Caribe, sobre la base de “los lazos históricos, los principios y valores compartidos […] la confianza recíproca, el respeto a las diferencias, la necesidad de afrontar los retos comunes y avanzar en la unidad en la diversidad a partir del consenso regional”. Principio encomiable.
Pero, es pertinente detenernos un momento aquí para analizar los puntos tres y cuatro de la citada declaración.
El punto 3 reitera el compromiso con la construcción de un orden internacional más justo, inclusivo, equitativo y armónico, basado en el respeto al derecho internacional y los principios de la Carta de la ONU, entre ellos la igualdad soberana de los estados, la solución pacífica de controversias, la cooperación internacional para el desarrollo, el respeto a la integridad territorial y la no intervención en los asuntos internos de los estados. Reafirma el compromiso con la defensa de la soberanía y del derecho de todo Estado a construir su propio sistema político, libre de amenazas, agresiones y medidas coercitivas unilaterales.
El punto 4 afirma que el proceso histórico de consolidación, preservación y el ejercicio pleno de la democracia en la región es irreversible, no admite interrupciones ni retrocesos y seguirá estando marcado por el respeto a los valores esenciales de la democracia. Reafirma el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; el respeto a las facultades constitucionales de los poderes del Estado y el diálogo constructivo entre los mismos; la celebración de elecciones libres, periódicas, transparentes, informadas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo, la participación ciudadana, la justicia social y la igualdad. (Las cursivas son del autor)
¿Estos dos puntos son ajenos a lo que sucede actualmente en Nicaragua? ¿Por alguna razón inconfesable este país está excluida de lo dicho con meridiana claridad en los dos puntos referidos? ¿Porqué a unos no y otros sí?
No está de más recordar a los países integrantes de CELAC, lo que ha venido aconteciendo en Nicaragua desde que el FSLN, en 2006, conquistó nuevamente la presidencia de la República en elecciones libres, transparentes, constitucionales, basadas en el sufragio universal y secreto como expresión del derecho soberano del pueblo a elegir al candidato de su preferencia. A partir de 2009 el gobierno de Estados Unidos decidió contratar empresas privadas que se encargaran de desestabilizar a los países enemigos, con la finalidad de derrocar como sea incluso violentamente, a los gobiernos democráticamente electos que no se sometan a la política de Washington. Ese año Crative Associates International se estableció en Nicaragua para encauzar a las ONG y Fundaciones opositoras al gobierno, principalmente a las de los hermanos Chamorro Barrios, millones de dólares que USAID y NED pagan por contrato a Creative convirtiendo en negocio millonario el derrocamiento de gobiernos legítimos y democráticos cuyo pecado es ¡Oh Dios! aponerse al Imperio.
Existe la deliberada tendencia a desvincular el intento de golpe de Estado de abril de 2018 de lo que sucede hoy en día en Nicaragua. En el ejercicio de la política del golpe suave, elaborada por las agencias de espionaje del gobierno de Estados Unidos y llevadas a cabo por sus brazos ejecutores USAID y NED, se incluye la mentira plausible, es decir que una mentira falaz parezca una verdad incontrovertible. Bajo esa premisa intentan que los ciudadanos nicaragüenses perciban los dos acontecimientos como hechos separados. Esto tiene por objeto denunciar que, a pesar de lo sucedido en 2018 (anclado como hecho aislado, desvinculado del intento de golpe actual), el gobierno del Presidente Ortega no tiene ningún propósito de enmienda; que no entendió el llamado del pueblo, es dictatorial por naturaleza, propia de la pareja que gobierna nuestro desdichado país. Nada más lejano a la realidad. La VERDAD verdadera (valga la redundancia) es que USAID, NED, su brazo ejecutor Crative Associates, las fundaciones y ONG ya mencionadas, han continuado sin descanso ni tregua con su plan de dar un golpe de Estado al gobierno legítimo del Presidente Ortega. Hecho incontrovertible: el primer intento de golpe de Estado de 2018 se topó con la férrea defensa de la Revolución de los militantes del FSLN y las instituciones del Estado emanadas del Frente.
Después de su fracaso siguieron su confabulación. Se replegaron para reagruparse, recibir más dinero y armas, hacer política abiertamente para denunciar la negativa del gobierno al dialogo y en los entretelones de su clandestinidad, recomponer sus fuerzas políticas y militares para el nuevo asalto. La fecha es clara: las elecciones del 7 de noviembre de 2021.
Aquí retomo la Declaración de la Sexta cumbre en la que el punto 20, en clara alusión al gobierno de EE.UU., condena el rechazo a la aplicación de medidas coercitivas unilaterales contrarias al derecho internacional, y reafirma el compromiso con la plena vigencia del derecho internacional, la solución pacífica de controversias y el principio de no intervención en los asuntos internos de los Estados.
¿Estados Unidos ira a tener la voluntad de respetar este punto? No lo creo. Como decía el Che: “Al imperialismo no hay que creerle ni tantito”.
Otro punto significativo, es el 41, que expresa el profundo rechazo a todo acto de terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, sin importar sus motivaciones, financiamiento, lugar y persona que lo haya cometido; reafirma la necesidad de negar cobijo, libertad de operación, circulación y reclutamiento y apoyo financiero, material o político a grupos terroristas o a todo aquel que apoye o facilite la financiación, planificación o preparación de actos terroristas o participe o trate de participar en estas actividades.
No existe hoy en día nada más claro a la violación del punto 41 que lo que sucede en Nicaragua a un mes y días de las elecciones. El terrorista prófugo de la justicia, Manuel Salvador Orozco, empleado en activo de la empresa Creative Associates Intenational es el responsable de llevar a cabo acciones subversivas para desestabilizar al gobierno legítimo de Nicaragua. Es el encargado de financiar campañas, a través de una red de organizaciones políticas y medios de comunicación de extrema derecha, destinadas a deponer con métodos violentos al gobierno constitucional de la República.
Los otros terroristas jefes de la Nueva Contra que intentan dar el golpe de Estado, a quienes el Ministerio Público de Nicaragua a través de la Fiscalía Departamental de Managua, detuvo acusados de violar la ley 1055 son: José Bernard Pallais Arana, Félix Alejandro Maradiaga Blandón, José Adán Aguerrí Chamorro, Juan Sebastián Chamorro García, Arturo José Cruz Sequeira, Violeta Mercedes Granera Padilla y Daysi Tamara Dávila Rivas. A ellos el punto 41 de la Declaración de la Sexta Cumbre de CELAC en la Ciudad de México, curiosamente no los alcanza porque los medios de comunicación hegemónicos a las órdenes de los grandes capitalistas los han presentado ante el mundo como las víctimas de la represión política de la dictadura nicaragüense.
Vale la pena preguntarse nuevamente si los 44 puntos de la Sexta Declaración se van a aplicar de manera igual y no discrecional a todos los integrantes de CELAC. Nicaragua es miembro fundador y activo. Goza de los mismos derechos que todos sus miembros. ¿Entonces por qué el 22 de junio pasado el gobierno de México y el de Argentina llamaron a sus embajadores a consultas, [por] “las preocupantes acciones políticas – legales realizadas por el gobierno nicaragüense en los últimos días que han puesto en riesgo la integridad y libertad de diversas figuras de la oposición (incluidos precandidatos presidenciales), activistas y empresarios nicaragüenses?” Es clara la violación del punto tres y cuatro de la Sexta Declaración de CELAC. Alguien alargaría que no es retroactiva, pero ese concepto está vigente en México desde que el presidente Benito Juárez expresó en el año 1867: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Esas llamadas a consulta son una advertencia. No son para que el Embajador de turno haga una explicación documentada, objetiva e imparcial de lo que sucede. La prueba es que en Nicaragua, ese momento, no existían precandidatos presidenciales, ya que, el registro de precandidatos ante el Consejo Supremo Electoral no se había emitido todavía. Si en el caso de ambos países fue la presión de Washington, ¿entonces cómo vamos a poder llevar a plenitud lo expuesto en los 44 puntos de la Sexta Declaración de la CELAC?
Los pueblos de América Latina y el Caribe llevan más de cinco siglos de lucha permanente por conquistar, primero, la libertad e independencia, seguidamente, nuestra soberanía y derecho a la autodeterminación Estas batallas las hemos librado primero, contra los imperios coloniales de España, Francia, Portugal y el Reino Unido. Salimos avante. Hoy, nuestra lucha contra el imperialismo yanqui, dio inicio en 1823 cuando el presidente Monroe decreto que América era para los americanos y yo agrego del Norte. Son ya cerca de doscientos años que enfrentamos al imperialismo de los Estados Unidos de América. Ha sido una batalla permanente desde que el gobierno de ese país decidió que toda la América y el Caribe le pertenecían por el simple hecho de estar en el Continente; de Alaska a la Patagonia y del Caribe meridional.
Nicaragua por supuesto no es la excepción. La agresión directa del Imperio se inicia en 1857 cuando el filibustero William Walker intenta adueñarse de su territorio. Le siguen la ocupación de los Marines yanquis que se extiende de 1912 a 1933. Es durante esa invasión que se destaca la aguerrida lucha del General de Hombres (y Mujeres, agrego con todo respeto) Libres Augusto Cesar Sandino. Antes de retirarse los Marines, después de asesinar al general Sandino, crearon la Guardia Nacional e impusieron como su jefe al padre de la dinastía dictatorial de los Somoza. Es hasta el 19 de julio de 1979 que finalmente se conquista la independencia, la libertad, la soberanía y el derecho a la auto determinación, con el triunfo militar y político del Frente Sandinista de Liberación Nacional, fundado en 1961 por Carlos Fonseca, Tomás Borge, Silvio Mayorga, Germán Pomares, Rigoberto Cruz (Pablo Úbeda) Jorge Navarro y Francisco Buitrago. Como era de esperarse, el Imperio yanqui no tardó en dar nacimiento al movimiento contrarrevolucionario. Ronald Reagan, presidente de Estados Unidos a partir de 1981, dio luz verde a la CIA para que formara una agrupación militar, fundamentalmente integrada por los derrotados guardias somocistas, la futura Contra, para que, entrenados, armados y financiados por esa agencia, siempre a cargo de derribar gobiernos que le sean adversos, iniciaran la guerra militar, política y económica contra el gobierno de la Revolución. Fue una guerra cruenta que duro diez años, que dejó cerca de sesenta mil muertos, un luto doloroso en la mayor parte de los hogares nicaragüenses y una economía devastada. El FSLN, es decir el pueblo de Nicaragua armado, ganó esa guerra. En 1989 firmó la paz y convocó a elecciones, por primera vez libres, democráticas y secretas. El FSLN aceptó su derrota y esto dio paso a la imposición de gobiernos neoliberales, al servicio de los Estados Unidos, que impusieron un capitalismo salvaje, que únicamente trajo al pueblo hambre, enfermedades, pobreza extrema, regreso de la ignorancia y todas las calamidades de ese sistema.
En 2006 el pueblo dijo ¡basta! y eligió en las urnas al gobierno del FSLN presidido por el comandante Daniel Ortega. De nueva cuenta el gobierno de Estados Unidos se ha dado a la tarea de desaparecer, si le fuera posible, al FSLN. Ha cambiado su táctica pero su estrategia, desde la época de Reagan, es la misma: borrar del mapa al FSLN, lo que significaría eliminar a 4.7 millones de nicaragüenses (de una población total de 6.7 millones)
¿Cuál es la inquina de los gobiernos de ese país imperial contra nosotros? Nicaragua por muchas razones no representa ninguna amenaza ni militar, ni política ni económica para Estados Unidos. Lo único que aún no pueden digerir es que este país sea un ejemplo para sus vecinos centroamericanos y del resto de América Latina. Lo que le repugna es que nuestra democracia sea directa, verdadera, independiente, apegada a las leyes de nuestra Constitución y sobre todo que el pueblo que apoya al FSLN, – el setenta por ciento de la población – haya aprendido la lección de los aciagos años de neoliberalismo y que, bajo ningún concepto esté dispuesto a regresar a ese pasado de calamidades. Esto último es lo que deben entender los gobiernos de América Latina, principalmente México y Argentina.
Y vale la pena reiterarlo. Ante el embate sin cuartel que llevan a cabo USAID y NED, financiando a través de empresas privadas dedicadas al negocio es derrocar a gobiernos democráticos, encauzando millones de dólares a fundaciones y ONG cuyo único propósito es perpetrar un golpe de Estado, defenestrando al Presidente y a la Vicepresidenta legítimos de Nicaragua. La Asamblea Nacional, representante del pueblo que conoce y está alerta de las maniobras del imperialismo para doblegarlo, a instancias del gobierno de la República , ha promulgado una serie de leyes severas, que tienen el propósito de preservar la paz, la democracia y la soberanía, amenazadas por una oposición que viola estas leyes incurriendo deliberadamente en actos para provocar el caos, propiciar sabotajes y perpetrar asesinatos; a gritos clama a los Estados Unidos a que invada el país y se lleve al Presidente y a la Vicepresidenta prisioneros, exige – y ha logrado – la implantación de sanciones económicas de la Unión Europea y Estados Unidos, que finalmente a quien dañan es al pueblo. ¿Acaso si estos delitos se cometieran, no solo en México o Argentina, sino en cualquier país del mundo, las Fiscalías y Ministerios Públicos no instruirían una acción legal contra estos actos de flagrante traición a la patria?
Eso es lo que ha hecho y hace el pueblo de Nicaragua: defenderse en contra de los traidores a la patria. Nada más, nada menos.
La Sexta Declaración de la Ciudad de México de la CELAC marca un hito histórico sin precedente en nuestras naciones. Sus cuarenta y cuatro puntos son el puntal de la unidad política, económica y social en América Latina y el Caribe. El futuro de su aplicación idéntica a todas las naciones está en nuestras manos.
Miguel Necoechea