Danilo Lechado Cruz / MS4M
En medio de las guerras fratricidas entre liberales y conservadores -en disputa prebendaria por el control del país- el naciente imperio estadounidense clavó sus garras con total descaro y altivez en nuestra Nicaragua.
Era el 4 de mayo del año 1927. Los dos principales grupos de poder acordaron terminar su último conflicto a través de un oprobioso acuerdo en el que entregaban todo el poder político y militar de nuestra nación a los marines estadounidenses, quienes desde 1912 ya tenían intervenido el país. El Pacto Moncada-Stimson, conocido también como Pacto del Espino Negro, intentó legitimar aquella criminal ocupación imperial.
El General Augusto C. Sandino reconoció el carácter traicionero y vergonzoso de aquel pacto y con valentía decidió rebelarse contra el mismo. Su decisión cambiaría el rumbo de la historia, convirtiendo una guerra civil entre las serviles élites del país en un lucha por la liberación nacional en contra de la intervención imperial estadounidense.
Sandino alcanzaría la victoria. En 1933 las tropas norteamericanas abandonan Nicaragua. Sin embargo, los imperialistas logran sembrar la semilla del odio, de la cual nacen los malos hijos de la Patria, quienes posteriormente asesinan a traición al General de Hombres y Mujeres Libres e imponen una de las dictaduras más sanguinarias que conoció nuestro continente: la dictadura somocista.
Hace casi un siglo desde que Sandino exclamó: “Yo no me vendo, ni me rindo / Yo quiero Patria Libre, o morir”. La lucha del General sirvió para que los nicaragüenses (artificialmente divididos por las oligarquías peleles) nos reencontráramos en nuestra identidad nacional, reconociéndonos como personas dignas, libres, soberanas y con derechos como habitantes de un mundo cada día más despierto, a pesar de las múltiples sombras que lo acechan.
El Frente Sandinista es hoy motor y continuidad de la lucha por la defensa de nuestra Libertad, con Sandino renacido en millones de hombres y mujeres que desde la ciudad y el campo, con sus conocimientos e instrumentos de trabajo, alegres, se realizan dignamente todos los días en paz y en busca de la prosperidad y el Bien Común.
El pueblo nicaragüense celebra este 4 de mayo de 2021, con el orgullo de sentirse parte de un país que es hoy ejemplo de Soberanía y Dignidad. Un país que ha sabido resistir con entereza las embestidas del imperialismo, que ha derrotado las conspiraciones y golpes de los peleles arrodillados y vendidos y que ha sabido resistir las crisis de un modelo cuyas contradicciones son cada vez más frecuentes.
Nicaragua y su pueblo, con la bandera rojinegra de Sandino defendiendo la bandera Azul y Blanco de la Patria, está venciendo y seguirá venciendo; porque el camino que ha decidido seguir no tiene vuelta atrás y hoy, más unidos y fortalecidos que nunca, exclamamos: ¡De rodillas nunca más!