Canto el valor de los que sueñan
con los pies metidos en el fango.
Sus ojos no temen a la noche
ni se enceguecen con las sombras.
Canto el silencio del que medita el grito
y lo lanza aún en medio del desierto.
Sus manos sostienen la esperanza
que edifican en el aire sus palabras.
Canto la bandera que ondea en la distancia
y el asta viril que la sostiene
y los días que nos llevan a izarla
y el viento de pueblo en que flamea.
Canto el nombre de los que escriben la historia
y la historia no cantará jamás sus nombres.
¡En sus desnudos hombros descansa la esperanza!
Fernando Gordillo, 1962