Ramón Rodríguez, brindó palabras en la gala del 50 aniversario del Teatro Nacional Rubén Darío.
A continuación el texto íntegro.
Enmarcados en la conmemoración del natalicio de nuestro gran poeta, el Teatro Nacional Rubén Darío celebra sus 50 años de fundación.
Una iniciativa de jóvenes arquitectos, encabezada por José Francisco Terán, se dio a la tarea de buscar apoyo en la Sociedad Pro Arte que dirigía Doña Hope Portocarrero, en la intelectualidad nicaragüense y personalidades de la época de los 60.
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Asesores, técnicos, especialistas nacionales e internacionales, juntaron sus voluntades para iniciar la construcción y lograr, a través de un centro cultural, inmortalizar la obra de Rubén Darío.
Nuestra institución es una referencia importante en la vida cultural, tanto del País como de toda Centroamérica. Con motivo de su inauguración, The New York Times lo nombró el mejor centro de arte en América Latina.
Tanto el estado, como los benefactores y la empresa privada de la época, unieron esfuerzos para encontrar recursos y lograr que el Teatro Nacional, desde sus primeros años ofreciera una programación de lujo, presentando artistas del nivel de los Niños Cantores de Viena, Duke Ellington, reconocidas orquestas sinfónicas de Estados Unidos y Europa, temporadas de zarzuela y agrupaciones españolas, entre otros.
Ya en el 79, al triunfo de la Revolución, la participación de la cultura nicaragüense se dimensionó en una explosión artística a través de las diferentes agrupaciones estatales e independientes, que encontraron en el Teatro Nacional Rubén Darío el espacio adecuado para comenzar una tradición de muchos años en teatro, música y danza, la cual hasta nuestros días marca una imponente incidencia en nuestra programación regular.
Nueva visión
El espacio encontrado a raíz de la Revolución fue idóneo para que ésta gestionará con los países amigos la venida de artistas y agrupaciones de talla mundial, como el Ballet Bolshoi, Mikis Theodorakis, Alicia Alonso y el Ballet Nacional de Cuba, Miguel Ángel Estrella, la Orquesta Sinfónica Nacional de Venezuela, entre otros.
A partir del año 2007, con una nueva visión del Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, el Teatro Nacional Rubén Darío ha florecido en toda su dinámica, tanto desde el punto artístico, como fuera de él, llevando espectáculos nacionales e internacionales a varios departamentos y rincones de nuestro país, estableciendo alianzas con instituciones estatales que han permitido crear beneficios de índole social en un horario al alcance de la niñez y los adultos mayores, en donde asistir a los ensayos generales les ha permitido conocer el Teatro y apreciar con calidad los diferentes espectáculos que se ofrecen por la noche.
Durante las diferentes administraciones, los procesos de conservación, restauración y preservación, han sido determinantes para mantener en todo su esplendor la planta física, hasta lograr superar, entre 2017 y 2019, el talón de Aquiles de todos los tiempos, el alto consumo energético.
Con el acompañamiento de ENATREL, el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) se está culminando exitosamente la instalación de un nuevo sistema de aire acondicionado, así como también el cambio de iluminación escénica a la tecnología LED, logrando una climatización eficiente bajo un sistema fotovoltaico de 172 Kwp, que nos permite ahorrar recursos y volverla energía renovable.
De esta manera, el Teatro Nacional Rubén Darío se convierte en el modelo piloto y único teatro de América Latina con un programa de eficiencia energética.
Desde hace 12 años, nuestra relación con las diferentes embajadas acreditadas en nuestro país se ha potenciado hasta el nivel de permitirnos presentar una vasta y enriquecedora agenda cultural, beneficiando así a amplios sectores del público nicaragüense.
El mejor homenaje que podemos ofrecer a Rubén Darío es esta Antología de Música y Danza Nicaragüense, con la participación de dos iniciativas musicales que son parte vital de nuestro proyecto, a saber, la Orquesta Sinfónica y la Schola Cantorum Rubén Darío, que a su vez son multiplicadores de conocimientos en el Programa de Coros y Orquestas Estudiantiles del Ministerio de Educación, y con el esfuerzo de las nuevas generaciones, que son el relevo artístico de nuestro país.
En esta monumental obra, resultado de la creatividad de arquitectos, ingenieros, maestros de obra, técnicos y trabajadores nicaragüenses de la construcción, se alza de manera tangible uno de sus más anhelados sueños.
¡Únanse, brillen, secúndense tantos vigores dispersos!