Opinión: Ramón Jáuregui, twitter y Nicaragua

icaragua

La socióloga y analista política Maricarmen Domínguez, trabajadora del medio Rebelión, escribió un artículo de opinión sobre las declaraciones a través de Twitter del político español Ramón Jáuregui, refiriéndose a la política interna de Nicaragua.

A continuación el texto íntegro:

Nicaragua se independizó de España el 15 de septiembre de 1821 y ratificó para siempre su libertad y soberanía el 19 de julio de 1979. Este dato tan importante pareciera que se le ha olvidado al ex Vice-lehendakari, ex diputado y ex eurodiputado español Don Ramón Jáuregui, ya que lleva varios meses intentando entrometerse en los asuntos internos de la nación centroamericana queriendo dar lecciones de democracia y libertad a un pueblo que durante siglos se ha forjado en la lucha por la conquista y defensa de su soberanía, libertad y sus derechos humanos secuestrados por el imperialismo en todas sus expresiones geográficas.

Señor Jáuregui, Nicaragua es un país soberano y libre que, si algo necesita en estos momentos, es apoyo activo y discreto en el camino por el fortalecimiento de la paz, la convivencia y el progreso para todos y no twiteros irresponsables e incendiarios que bajo el pretexto de estar preocupados por los problemas internos de esa digna nación intentan dinamitar un proceso en el que el Gobierno de Nicaragua ha actuado con absoluta generosidad, responsabilidad y gran sentido de Estado en la búsqueda de allanar la senda que permita al país continuar con la política de bienestar y progreso que, con tanto éxito, ha aplicado el gobierno sandinista en estos últimos doce años.

Parece mentira que un político con tan larga trayectoria como usted, señor Jáuregui, se pronuncie con tanta ligereza sobre temas internos tan delicados de un país, sin tener un conocimiento profundo de la realidad. Ese desconocimiento le ha llevado, en su fiebre twitera, a pronunciarse de manera errática, por ejemplo, sobre la ley de amnistía aprobada por el Parlamento nicaragüense que, en un primer twit usted calificó de “buena noticia” para después intentar retractarse aduciendo que la había releído, cuando la verdad es que su cambio de opinión se dio motivada por la furibunda presión ejercida sobre usted por el violento sector político que adversa al gobierno nicaragüense.

Cuando en su visita al país usted habló de su supuesta preocupación por percibir dos Nicaraguas enfrentadas, sólo dejaba en evidencia una posición parcializada y un intento de construir una polarización peligrosa que no abona en nada a calmar los ánimos y acercar posiciones, que es lo que se espera de una delegación amiga, imparcial y profesional. Señor Jáuregui, esa es la misma técnica que occidente históricamente ha utilizado para fomentar confrontación en el mundo. Los expertos llaman a esto: dicotomización, maniqueísmo cuando conviene al enunciante, binarismo azaroso, entre otros. La única Nicaragua que usted no quiso ver es la de la mayoría del pueblo trabajador que progresa y disfruta de una justa redistribución de su riqueza a través de unas políticas progresistas y equitativas que hoy sitúan a Nicaragua entre los cinco países en el mundo con mayor equidad de género y participación de la mujer en la vida pública nicaragüense y que ha sido reconocido por la ONU como el único país que ha invertido esfuerzos concretos con resultados tangibles en el combate a la pobreza extrema en la región. Hoy cualquier persona que mire la realidad de Nicaragua con imparcialidad apreciaría esos grandes avances sociales y de derechos humanos que están a la vista de todos en forma de nuevos hospitales, nuevas escuelas, carreteras, servicio de agua potable y energía eléctrica para las más recónditas comunidades del país, calles en los barrios o un eficaz sistema de seguridad ciudadana para todos, entre muchos avances más.

En su última joya twitera, usted intenta forzar un burdo paralelismo entre la situación de Nicaragua y Perú para, irrespetuosamente, pedir un adelanto de elecciones en la nación centroamericana. Señor Jáuregui, la Nicaragua que usted tiene en su cabeza está basada en una enorme ficción establecida, relatada y manipulada por las plataformas mediáticas y las redes sociales, que no tiene nada que ver con la Nicaragua real, en donde la mayoría del pueblo trabaja, progresa y defiende las más importantes conquistas sociales que el país ha experimentado en toda su historia republicana.

No se enrede señor Jáuregui, en política es muy importante la coherencia. No puede usted estar hablando de elecciones adelantadas en Nicaragua poniendo como justificación unos actos de violencia callejera donde se llevaron a cabo las más abyectas prácticas criminales de extorsión, secuestro, asesinato, destrucción del mobiliario público y de nuestra frágil economía que violentó los derechos elementales de la sociedad nicaragüense. Si usted quiere erigirse en el nuevo Cid Campeador de los derechos humanos, no se vaya tan lejos a querer librar batallas que no le incumben, en España y Europa tiene muchas batallas que desafiar: podría twitear sobre la ola de suicidios que estremece a España, producto de los desahucios a los miles de pobres que genera su sistema; podría pronunciarse sobre el tema catalán y explicarnos cómo, en nuestra democracia, se justifica que haya presos políticos, ciudadanos condenados por poner urnas para votar, nada que ver con los crímenes que cometieron en Nicaragua el año pasado las “maras” y delincuentes que participaron en el intento de golpe de Estado; escriba twits en los que condene la vergonzante política neo colonial europea, responsable de las miles de muertes de personas inocentes en el mar Mediterráneo…

Nicaragua es una sociedad madura en la que unos pocos Chamorro, somocistas y pro yanquis han intentado subvertir violentamente el orden constitucional del país, desesperados por el gran apoyo popular que reconoce el esfuerzo del gobierno sandinista en la tarea de llevar derechos humanos a todo el pueblo nicaragüense. Es esa Nicaragua la que hoy está de pie defendiendo la gestión del gobierno de la embestida de unos cuantos resentidos derechosos que no soportan la alegría, la paz, las esperanzas y la firmeza del pueblo alrededor de un proyecto nacional que asumen como suyo y lo defienden con inteligencia y decisión.